Los franceses tienen derecho a ignorar las llamadas de sus jefes y a desatender el correo electrónico y demás sistemas de comunicación que les mantengan atados al trabajo cuando estén fuera del horario laboral, sin temor a las consecuencias. Desde el 1 de enero los ampara la ley. La reforma laboral gala, en la que está incluida esta medida, quiere acabar de un plumazo con el prototipo de trabajador que está conectado las veinticuatro horas del día que han propiciado los últimos avances tecnológicos, especialmente el de los llamados teléfonos inteligentes. Es lo que en el país vecino han definido como el "derecho a la desconexión". Un debate que los sindicatos asturianos piden también abrir en España para acabar con este tipo de prácticas cada vez más extendidas.

José Canseco, portavoz en Asturias de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe), asegura que, tarde o temprano, esa misma regulación acabará llegando a España. "Hay empresas en las que ya hay algunos elementos de conciliación para que el trabajo no interfiera en la vida privada de las personas", explica. Aunque aún son insuficientes. Eso sí, Canseco apunta que cada vez más trabajadores apuestan por esa desconexión de forma voluntaria: "Esta creciendo el número de los que, por ejemplo, ya no miran el correo electrónico cuando están fuera del trabajo".

En tierras galas, los empleados y las empresas de más de 50 trabajadores deberán negociar acuerdos para limitar el uso de la tecnología ligada con el trabajo fuera de la oficina. La intención es finiquitar el estrés que esta conducta pueda provocar. Cuando se debatía esta ley, allá por mayo, el exministro de Educación, Benoît Hamon, se lamentaba de que "los empleados dejan físicamente la oficina, pero no su puesto de trabajo". Y añadía: "Permanecen unidos a una especie de correa electrónica, como si fueran un perro".

El secretario general de UGT en Asturias, Javier Fernández Lanero, es partidario también de ir abriendo ese mismo debate en España. Aunque precisa que la legislación española ya establece, por ejemplo, que el trabajador debe conocer cuáles son sus horarios laborales, sus días libres y de vacaciones. "Todo lo que sea exceder de eso es vulnerar la legislación", sostiene. Incluso va más allá y recuerda que ya hay una sentencia del Tribunal Supremo, de septiembre de 2015, que asegura que los empleados no están ni siquiera obligados a proporcionar a la empresa su número de móvil o su dirección personal de correo electrónico. El organismo judicial sostiene que las cláusulas de los contratos laborales que obligan a aportar esos datos son "abusivas".

Estar siempre conectado puede acarrear importantes problemas para la salud. De hecho, la regulación francesa justifica la necesidad de desconectar cuando se sale del trabajo porque estar siempre pendiente del móvil y el correo electrónico puede ocasionar estrés, insomnio, cefaleas y un bajón del rendimiento.

El problema de la norma francesa, asegura el secretario de Acción Sindical de CC OO, Gilberto García Buelga, es que está incluida dentro de una ley laboral en la que hay otras medidas dirigidas a recortar derechos laborales, lo que meses atrás generó duras protestas en el país vecino. Pese a ello, el sindicalista valora positivamente el paso dado por el Gobierno francés y reconoce que en España "aún estamos bastante lejos de eso, aquí aún estamos debatiendo sobre la necesidad de racionalizar los horarios laborales. Es necesario un cambio de cultura laboral en el país".

Ante la entrada en vigor de este derecho a la desconexión, algunas empresas francesas ya han hecho los deberes. Orange, por ejemplo, ha pedido a sus trabajadores que establezcan tiempos de descanso de sus sistemas de mensajería electrónica. También la aseguradora Axa ha limitado la recepción de correos electrónicos durante las tardes y los fines de semana. Algo similar a lo que también ha hecho, por ejemplo, Volkswagen en Alemania, y que ha imitado el propio Ministerio de Trabajo germano.