La economía española creció en 2016 a una elevada tasa del 3,2% (la misma que en 2015), y ello pese a que el Gobierno estuvo en funciones durante doce meses: entre octubre de 2015 y el mismo mes de 2016. El comportamiento del producto interior bruto (PIB) desmintió así a quienes desde enero de 2016 (incluido el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro) alertaron de un frenazo en la economía a causa de la inestabilidad política. España se mantiene entre las cuatro países de mayor dinamismo de la UE, pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) le pide más reformas económicas y una subida de impuestos indirectos: IVA y ambientales.

Según la estimación avanzada ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la economía creció en el cuarto trimestre el 0,7%, lo mismo que en el tercero, con lo que acumula un avance anual, sumados los cuatro trimestres, del 3,2%. Este diagnóstico confirma las últimas previsiones que habían hecho la OCDE, la Comisión Europea, el Banco de España y el Ministerio de Economía, y se queda una décima por debajo de la visión más optimista de la directora de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, Eva Valle, quien el día 10 pronosticó un avance del 3,3%, que el ministro de Economía, Luis de Guindos, eludió confirmar.

Aunque aún no hay datos homogéneos de la oficina estadística europea (Eurostat) para el resto de países de la UE al cierre de 2016, los datos oficiales disponibles (al tercer trimestre del pasado ejercicio) apuntan a que España pudo haber terminado el año como la tercera economía con mayor crecimiento de las 28 de la Unión en tasa interanual y la cuarta en tasa intertrimestral. Aunque la tasa de avance española sigue siendo elevada, sí se aprecia ya una desaceleración, que en realidad comenzó en el segundo trimestre de 2015, cuando la economía pasó de crecer a un ritmo trimestral del 1% a hacerlo a tasas del 0,9%, 0,8% y finalmente 0,7%.

Esta gradual ralentización se aprecia también en la comparativa anual, según la cual el crecimiento español se empezó a reducir en el cuarto trimestre de 2015: entonces la tasa fue del 3,6%, en los dos trimestres siguientes se redujo al 3,4 y en los dos últimos de 2016 se situó en el 3,2 y 3% respectivamente. Esta tendencia prefigura el menor crecimiento previsto para este año: todos los diagnósticos sitúan el avance español para 2017 entre el 2,3 y el 2,5%.

El impulso español se atribuye a las reformas, pero tampoco es ajeno a la mayor volatilidad de la economía española y al mayor impacto en España de los factores externos favorables: tipos de interés en el 0% en una economía muy endeudada, elevada entrada de turistas extranjeros, abaratamiento del petróleo en un país muy dependiente y euro depreciado en una economía con habitual tendencia al déficit comercial.

Tributos indirectos

El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que España alcance a mediados de este año el nivel de PIB de 2007 (antes de la crisis), pero ante el paro aún muy alto, una deuda pública elevada y un déficit fiscal superior al del resto del países del euro, el país debe, a su juicio, seguir aplicando reformas económicas y acometer un alza de impuestos "gradual", fundamentalmente de tributos indirectos: IVA y ambientales.

El FMI dijo ayer que España acometió dos tercios del ajuste mediante recortes de gasto público y que ahora debe dejar atrás la austeridad y acometer el esfuerzo que resta mediante el incremento de los ingresos fiscales.

El Fondo cree que el déficit público culminará en 2017 en el 3,2% del PIB (una décima más de lo exigido por Bruselas) y que la deuda estatal persistirá este año por encima del 99% del PIB. El FMI estima que dos tercios del crecimiento español en 2016 se debieron al euro y el petróleo barato y a los tipos de interés en el 0%. Sin estos "vientos externos" España tenderá a crecer el 1,5%.