El crecimiento español el año pasado (3,2%, confirmó ayer el INE) se debió de forma preponderante a la demanda interna (en particular, consumo e inversión privados), aunque el sector exterior también contribuyó. Es la primera vez desde 2013 que la contribución externa es positiva, aunque con la ayuda del turismo y del petróleo, el euro y los tipos de interés en niveles bajos. La demanda interna, que aportó 2,2 puntos en el cuarto trimestre, se desaceleró tres décimas respecto al tercer trimestre, mientras que la exterior avanzó una, hasta los 0,8 puntos. Por ello, el crecimiento interanual respecto al cuarto trimestre de 2015 fue del 3%, dos décimas menos que un trimestre antes.

España completó tres años de avance, y a tasas superiores a la media de la UE. El Gobierno estima que en lo que va de 2017 se ha podido recuperar el PIB previo a la crisis ("La década perdida", dijo ayer el ministro De Guindos), lo que la UE logró hace un año.

El fuerte crecimiento del PIB no ha conseguido restaurar aún los niveles de ocupación previos a la reforma laboral de 2012: en 2016 aún se trabajaron 627,7 millones de horas menos que en 2011 y se cerró el año con 280.2000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo menos, según el INE.