Esto, de ser cierto (Rato lo niega), sería una situación mucho más grave que la apuntada por el informe Casaus, dado que no se estaría ante una reflexión ponderada sobre el estado de partida de Bankia sino ante un caso de tergiversación contable deliberada y de fraude a los inversores. Y, en ese caso, se trata de saber si la inspección o la dirección del Banco de España lo consintió o, por el contrario, fue víctima del engaño. De hecho, si Casaus hubiese detectado tamaña maquinación no debería haberse limitado a expresarlo en un correo interno, y más si éste fue orillado. Las inspecciones de los bancos centrales, aunque sean rigurosas y temidas por las entidades, no siempre son capaces de determinar a tiempo los engaños. Alan Greenspan, que fue consejero de grandes compañías privadas y presidente durante 19 años del banco central de EE UU, no conoció en su dilatada vida profesional ningún caso -dijo- en el que las inspecciones fueran capaces de detectar trampas en la contabilidad de las sociedades salvo cuando se produjeron chivatazos desde dentro de la compañía. Poco antes de que Bankia saliera a Bolsa, la agencia de calificación crediticia Moody's empeoró el "rating" del banco y alertó de la posible necesidad de saneamientos adicionales pero le otorgó una calidad crediticia aceptable y un riesgo de crédito moderado. Y el 15 de julio de 2011 (cinco días antes de su estreno en el parqué) Bankia superó la prueba de esfuerzo realizada por la Autoridad Bancaria Europea (EBA)

Caso CAM. El caso Bankia tiene similitudes con el caso Caja Mediterráneo (CAM). El Banco de España siempre supo que la caja alicantina estaba en mal estado y por eso apoyó su anexión por el actual Liberbank. Cajastur y sus socios también sabían de la debilidad de CAM. Y de aquí que Cajastur, siendo más pequeña, asumiera el liderazgo de la fusión. CAM fue penalizada en la valoración de sus activos por sus ratios deficientes. Hubo algunos datos que el Banco de España (que alegó el principio de sigilo impuesto por ley al supervisor) no transmitió a Cajastur y a sus socios, que, de hecho, se enteraron de algunos contratos de CAM con cláusulas penalizadoras millonarias porque los desveló CAM cuando estaba a punto de consumarse la fusión.