La economía asturiana se enfrió en 2016 al crecer el 1,9% (2,7% en 2015), la segunda tasa más baja del país y a 1,4 puntos de distancia de la media nacional (3,2%). Un retroceso en la actividad de la industria, singularmente en la producción energética, causó en buena medida la desaceleración del producto interior bruto (PIB), influida asimismo por el hecho de que el efecto benéfico que la formidable campaña turística tuvo en gran parte del país resultó más tibio en Asturias. Ese tirón del turismo explica el fuerte dinamismo de Baleares, Madrid, Canarias y Cataluña, las regiones que lideran la expansión de la economía española.

Las cuentas oficiales que ayer divulgó el Instituto Nacional de Estadística (INE) enfriaron asimismo las expectativas de un resultado mejor que habían alimentado las predicciones de distintos observatorios económicos. Entre ellos, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, que el pasado frebrero cifró en el 3,2% el crecimiento asturiano. Ese dato fue destacado por la Consejería de Empleo del Principado hace una semana para argumentar que la región veía la luz al final del túnel de la crisis. Ayer, el Gobierno asturiano no hizo ninguna valoración sobre los datos del INE.

La divergencia. Los resultados confirman que el PIB regional creció por segundo año y que lo hizo mostrando una clara divergencia respecto a la mayor parte de España. El avance del 1,9% sólo es superior al de La Rioja (1,5%). ¿Qué ha empujado a Asturias a la cola del crecimiento? Los números dicen que la razón principal está en el comportamiento de la industria, sector que por su peso en la estructura productiva (en torno al 20%) resulta siempre determinante para la cuenta del PIB regional. En 2016, el valor añadido bruto generado por la industria retrocedió el 2,5%, mientras que en España creció el 1,9%. El pinchazo obedece sobre todo a la caída del negocio energético. El descenso de la producción de las térmicas de carbón (por paradas técnicas por obras en Aboño y en otras centrales y por la mayor generación renovable en todo el país) lastró el balance industrial, que tampoco fue compensado por una mejora en el sector transformador (-0,2%). La industria regional, y con ello el conjunto de la economía, mostró de nuevo su altísima dependencia de producciones básicas tradicionales y la ausencia de otras alternativas con el empuje suficiente para compensar las variaciones coyunturales del kilovatio, el acero o el zinc, según un análisis de la Federación Asturiana de Empresarios.

La clave turística. Hubo más divergencias de relieve respecto a la media española y una de ellas está conectada con el consumo. La actividad del comercio y la hostelería creció de manera notable en Asturias (3,7%), pero lo hizo más en el conjunto de España (4,4%). Esa diferencia en un sector que aporta en la región otro 20% el PIB está conectada con el turismo. El año turístico fue sobresaliente en toda España, Asturias incluida, y tuvo un impacto mayor en el crecimiento de las regiones más especializadas en esa actividad. Tienen ese perfil las cuatro comunidades que lideraron en 2016 la expansión de la economía: Baleares (3,8%), Madrid (3,7%), Canarias (3,5%) y Cataluña (3,5%).

Ni la tensión por las maniobras secesionistas parece haber pasado factura al PIB catalán ni la inestabilidad política (diez meses sin gobierno con plenas funciones) frenó al conjunto de España. Y no hubo un comportamiento homogéneo en el envejecido Noroeste: Asturias y Cantabria se quedaron en el furgón de cola, pero Galicia y Castilla y León cosecharon crecimientos superiores al 3%. Los consiguieron un total de 9 regiones e incluso Ceuta y Melilla.