La intervención y venta por un euro del Banco Popular al Santander se produjo el miércoles pasado tras desencadenarse en las semanas anteriores una salida masiva de depósitos que empujaron al banco madrileño a una crisis de liquidez. El miedo que se apoderó de la clientela (en buena medida, empresas con depósitos superiores a 100.000 euros) fue la puntilla del banco madrileño fundado hace 91 años.

Los niveles de liquidez miden el dinero o los activos que a corto plazo se pueden convertir en dinero para atender las necesidades del banco y de los clientes. Como otras regulaciones, la relativa a la liquidez se ha endurecido dentro y fuera de Europa a raíz de la crisis financiera que comenzó en 2007 en EE UU. Las llamas normas internacionales de Basilea establecen, por ejemplo, el nivel mínimo de liquidez a corto plazo que todos los bancos deben tener. Ese nivel se mide a través del coeficiente de cobertura de liquidez (LCR, por sus siglas en inglés) y se refiere a los activos líquidos de alta calidad (HQLA) que se necesitan para hacer frente a las salidas de efectivo que se producirían en la hipótesis de un escenario de estrés agudo que durase un mes. El nivel mínimo exigido desde el 1 de enero de este año es equivalente al 80% de las citadas necesidades y subirá al 100% en 2019. El coeficiente LCR de Liberbank es del 332%, cuatro veces el exigido este año y uno de los más altos entre los bancos cotizados.