Yago Perrín es un inversor valenciano (de Viriditas Ventures) que ya le ha echado el ojo a un par de empresas asturianas. "He visto una de ropa deportiva y otra de comida a domicilio que me han llamado la atención", asegura. Su especialidad es abonar semillas empresariales incipientes, abonarlas con su dinero a la espera de que el negocio germine, crezca y descubrir, por ejemplo, a la nueva Blablacar, como le ocurrió hace años a un amigo suyo que decidió invertir su dinero en la compañía francesa. Fue un pelotazo. Perrín es uno de los 61 inversores privados que ayer participaron en el llamado "Asturias Investors Day", organizado por la Instituto de Desarrollo Económico del Principado (IDEPA), el Centro Europeo de Empresas e Innovación (CEEI) y la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), que se celebró en Avilés. Al otro lado, 73 compañías de la región, en su mayoría pequeñas y de reciente creación (lo que se conoce como "start ups"), buscaban financiación para que sus proyectos dieran un salto definitivo. Muchas lo lograron. "Hay más dinero que ideas", sentencia Perrín.

Cristina Aller y Marco Fernández, que han puesto en marcha la compañía Matrix Campus (una aplicación para el ocio nocturno que permite encontrar a golpe de clic establecimientos y ofertas en estos locales), acaban de salir de una ronda de reuniones con varios inversores. "Hemos tenido cuatro encuentros, y salimos con tres tarjetas de visita", asegura Fernández. Ése es siempre el primer paso, antes de que el matrimonio entre inversor y emprendedor prospere. Ayer, en Avilés, hubo al menos 800 cortejos.

Hay inversores que acaparan muchas miradas y que tienen una larga cola de pretendientes. Son los que más dinero tienen. Jacobo Cosmen, José Luis Cobo y Salvador Fernández, todos miembros del fondo de capital riesgo asturiano Torsa y de la Fundación Vice, especializada en invertir en "start ups", son de los que escuchan, observan y evalúan a los emprendedores. "Es muy poco tiempo el que tenemos, por eso lo que buscamos es que el proyecto transmita", señala Cobo. En ese primer vistazo los asuntos económicos quedan en un segundo plano. Sólo se busca el impacto. Jacobo Cosmen, también presidente de Alsa Asturias, puso de relieve la importancia de estos encuentros. "Esto es algo que no hay en otras comunidades, excepto en Madrid o Cataluña; es una oportunidad única", asegura.

Entre las compañías emergentes abundaban las dedicadas a temas relacionados con la salud. Es el caso de i4life, una empresa nacida en los laboratorios de la Universidad de Oviedo, lo que se conoce como "spin off". Su idea tiene varios afluentes, pero todos van dirigidos a mejorar la vida de las personas con párkinson. Por un lado, han desarrollado una aplicación para comprobar si la medicación que está tomando el paciente es efectiva. "Es un cuestionario que tienen que rellenar sobre cómo se encuentran y qué síntomas tiene, que luego se envía a su médico", señala Marián García, una de las socias de la empresa. El otro invento va dirigido a poner freno a una de las consecuencias más visibles de la enfermedad, la parálisis que de vez en cuando sufren estos enfermos. "Mediante una luz que se proyecta en el suelo se les avisa de que tienen que dejar de usar su memoria procedimental y que deben seguir caminando", explica.

Aunque también había ejemplos de innovación en la industria 4.0, como la compañía gijonesa de drones Azisa, que trabaja con grandes empresas industriales. Su fundador, Armando Gallardo, asegura que ahora, por encargo de un cliente, están fabricando un dron submarino para evaluar los cascos de los barcos.