Alta tensión entre Arcelor-Mittal y el Gobierno italiano. La chispa que ha prendido la mecha saltó después de que la multinacional presentara un plan para la planta de Ilva en Tarento, el mayor complejo siderúrgico de Europa, que incluye el despido de más de 4.000 trabajadores y un recorte salarial de entorno al 20% para el resto (unas 10.000 personas), además de eliminar los complementos por antigüedad. El Ejecutivo transalpino considera que el tamaño del tijeretazo es "inadmisible".

Arcelor se impuso en mayo a la acerera india Jindal Steel en la puja convocada por el Ejecutivo italiano para vender la planta al mejor postor. Lo hizo en alianza con el grupo local Marcegaglia en un conglomerado industrial que ambos socios bautizaron como AM InvestCo. El Gobierno italiano se había quedado con este complejo industrial debido a las graves deficiencias medioambientales por las que atravesaba, problemas que incluso habían tenido una fuerte incidencia sobre la salud de los vecinos de la zona.

Los sindicatos italianos también han respondido con contundencia ante el anuncio de Arcelor. Esta misma semana celebraron una huelga y planean más movilizaciones para los próximos días. Tal fue el ambiente de tensión que se generó que la situación obligó a Aditya Mittal, líder en Europa de la multinacional, a manifestarse públicamente para tratar de calmar la marea. "La industria siderúrgica está llena de desafíos e Ilva no es una excepción; queremos encontrar una solución junto con el Gobierno, las instituciones locales y los sindicatos para que la planta tenga un futuro sostenible", dijo. En su discurso no detalló las medidas a tomar, pero apuntó: "Esta industria es estratégica y muy importante para la comunidad porque tiene un impacto muy significativo sobre el medio ambiente y el empleo, y nos tomamos esa responsabilidad muy en serio; la plantilla de Ilva ya ha sufrido mucho por las incertidumbres sobre su futuro, nosotros estamos aquí para quedarnos a largo plazo". En el acuerdo firmado entre el Gobierno italiano y Arcelor en el momento de adjudicación también se incluía que el grupo siderúrgico invertiría 2.400 millones de euros para atajar los graves problemas medioambientales de la planta y en mejoras productivas.

Menos conciliadoras han sido estos días las declaraciones del ministro de desarrollo económico de Italia, Carlo Calenda, quien había asegurado: "Exigimos respeto a los compromisos adquiridos sobre los sueldos". Según el Ejecutivo, la promesa era no meterles mano. Calenda llegó a calificar la propuesta de los Mittal de "inadmisible". "Como Gobierno no podemos aceptar estos recortes en la antigüedad y los salarios, como así figura en los compromisos a los que se había llegado en julio". Su viceministra, Teresa Bellanova, tuvo que poner algo de paz entre ambas partes y apeló a la necesidad de volver a la mesa de negociaciones "con el pie derecho".

La compra de la planta de Ilva por el consorcio liderado por Arcelor está pendiente también de que la Unión Europea se pronuncie sobre si la operación daña la competencia en la medida en que la multinacional siderúrgica incrementa su posición de preeminencia en el mercado. Aunque, algunos medios italianos especulan con que la respuesta de Bruselas puede ser favorable a la compañía. De ser así, Arcelor superaría un obstáculo relevante en su gran apuesta por ensanchar su negocio europeo con el liderazgo del acero italiano.