La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El arma asturiana contra la tala ilegal

La empresa sierense Spectrapply diseña un sistema para determinar el origen de los productos madereros y combatir el fraude en el sector

Camilo Vázquez, Efrén García, María Álvarez y Esther Gómez, en la sede de la compañía en Lugones. JULIÁN RUS

Solo con pasar una pistola láser por encima la compañía asturiana Spectrapply es capaz de saber el origen de la carne de una hamburguesa, si nos están dando panga por merluza o el lugar de donde proviene la madera de un mueble. Todo gracias a una tecnología a base de infrarrojos que diseñaron hace unos años y que han ido perfeccionado para poder adaptarse a una amplia cartera de productos que poder controlar y que cada año va aumentando. Es una labor investigadora que les está ayudando ganar repercusión y gracias a la que recientemente han conseguido captar fondos de la Unión Europea para desarrollar otro sistema: un dispositivo portátil que permite identificar la especie y el origen de algunos productos madereros. Un arma para luchar contra la tala y el comercio ilegal, asunto que, destacan los promotores, suele pasar desapercibido pero que trae de cabeza a muchas empresas de ese potente sector. Serán algo así como la policía de la madera.

Para hacer las pesquisas, la compañía asentada en Lugones usa un aparato de nombre complicado, un espectrofotómetro que permite medir las ondas de una muestra. A partir de ahí, la empresa ha diseñado un sistema portátil para hacer esas calibraciones de forma mucho más rápida y sin necesidad de pisar el laboratorio. El director ejecutivo de la compañía, Efrén García, asegura que es un mecanismo "inocuo, instantáneo y que no daña a la muestra", como sí que hacen los tradicionales.

En la cartera de clientes de Spectrapply abundan las empresas de agroalimentación. La función de la compañía es actuar como su departamento de control de calidad. Así, el grup trabaja para una gran empresa española dedicada a la fabricación de zumos controlando la calidad de los melocotones que entran por las puertas de la fábrica. Se trata de un paso esencial en la cadena de producción para, por ejemplo, que el color del líquido final sea siempre el mismo. Hay otros clientes, como ocurre con una gran cadena de distribución, que les exigen que la calidad de los productos que tienen en sus estanterías sea homogénea, que no haya ninguna diferencias entre alimento y el que está al lado.

También pueden lanzar sus rayos infrarrojos para evitar que a sus clientes les den gato por liebre. O carne de caballo por vacuno, como ocurrió hace unos años. O panga en lugar de merluza. "Podemos saber de dónde viene el lenguado". A golpe de espectrofotómetro se puede conocer en segundos en qué zona del mundo ha sido pescado. Ahora la empresa entre manos otro proyecto para saber si el pescado viene con aniskis.

Volviendo a la madera, la compañía está recopilando el catálogo de especie (lo que denominan espectros) para poder comparar las muestras y determinar su procedencia. Esto obligará al personal de Spectrapply a viajar por medio mundo. Y hay programados vuelos para África y América, buscando muestras para añadir a su base de datos. En total, tienen previsto catalogar 111 especies diferentes de maderas en 43 países. No estarán solos en esas selvas. Irán de la mando de la compañía madrileña Gea, asentada en el sector forestal y junto a la que los asturianos han concurrido a la convocatoria de la Unión Europea. Tienen dos años para recoger todas estas muestras catalogarlas y ponerse a funcionar.

De hecho, fue la compañía madrileña la que la planteó a Spectrapply el problema, ya que en un alto porcentaje de los casos la especie y el origen de los productos madereros no está certificado de ningún modo. Eso provoca que en ocasiones se lleguen a pagar precios hasta diez veces superiores a los proveedores por maderas cuya especie y origen no está bien determinada. Y para añadir más leña al fuego, "hasta el 60% de la madera que se importa procede de talas ilegales", señala García.

Con todos esos datos sobre la mesa, el objetivo de la compañía es crear un equipo portátil para detectar de dónde viene la madera. El aparato tendrá una precisión del 99% para determinar la especie y de un 95% para establecer el país del que procede. La originalidad del proyecto, al que han bautizado como Nirwood, les hizo quedar los primeros en la categoría de logística de las subvenciones que repartió la Unión Europea para relanzar la innovación y el desarrollo en el viejo continente. Es una de las pocas compañías asturianas que ha conseguido captar estos fondos.

Ahora la empresa aspira a dar un paso más y llega a los mercados internacionales. Llevan tiempo haciendo proyectos con algunas empresas radicadas en México y ahora quieren ampliar sus vistas hacia la UE.

Compartir el artículo

stats