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Los candidatos a la presidencia de la Federación Asturiana de Empresarios

Alejandro Díaz, propietario del Grupo Baldajos: "No creo en los hiperliderazgos, me rodearé del mejor equipo"

"En Asturias estamos especializándonos en discutir sobre cómo se recauda y se gasta y no en cómo se produce, eso nos lleva a la catástrofe"

Alejandro Díaz Miki López

Alejandro Díaz (Gijón, 1979) montó, cuando tenía 22 años, un taller mecánico en el barrio gijonés de Viesques. Él era el único trabajador. Quince años después es propietario y primer ejecutivo del Grupo Baldajos, con 13 talleres y una fábrica de neumáticos. Lidera un equipo de más de cien personas y ahora quiere ponerse al frente de FADE, en la que ya formaba parte de la directiva. No propugna cambios profundos. Apuesta por un recauchutado para que la patronal ruede mejor.

-¿Cuáles son las principales líneas de su programa?

-Hay un objetivo básico que es contribuir a establecer un marco en el que las empresas y empresarios puedan desarrollar su actividad en las mejores condiciones. Y eso exige trabajar, mucho y duro. Pero al mismo tiempo FADE debe intensificar la prestación de servicios, debe impulsar y apoyar la apertura exterior de las empresas, también la innovación y digitalización como la mejor fórmula de ganar el futuro, y debe propiciar y acompañar su crecimiento. Las empresas asturianas son demasiado pequeñas y ello limita su capacidad.

-¿Cuáles son sus cualidades para cumplir esos objetivos?

-En primer lugar compromiso e identificación con la federación, en la que he desarrollado distintas labores. Y en segundo creo que poseo cierta capacidad empresarial que se concreta en generar iniciativas, innovar, componer equipos, saber delegar y medir riesgos. En lo que no creo es en los hiperliderazgos. En FADE, si obtengo la confianza necesaria, me rodearé del mejor equipo, que reunirá las diferentes sensibilidades asociativas y empresariales que existen, y en el que mi función será, sobre todo, la de coordinar, motivar y orientar.

-Usted es un empresario hecho a sí mismo, como su rival.

-Tenemos un recorrido de un nivel parecido, ambos aportamos valor a la economía asturiana.

-Él inició antes la búsqueda de apoyos. ¿Tiene ventaja?

-En ningún caso. Decidió iniciar la campaña antes de los plazos establecidos y yo me he ajustado a los tiempos de los estatutos. El proceso empieza ahora.

-¿Cómo conjugará los intereses tan dispares que representa la patronal: desde autónomos a grandes empresas?

-En modo alguno comparto lo de intereses dispares. Existe coincidencia en la defensa de un espacio común favorecedor de la actividad económica, en la necesidad de una legislación clara y precisa, así como en que la administración sea ágil y no invasiva de los espacios privados. Hay quien dice que en FADE sólo se atiende a las grandes empresas o asociaciones mayoritarias. No es así. Las grandes aportan a FADE mucho más de lo que reciben.

-¿A qué se refiere?

-FADE necesita a las grandes compañías más que estas a FADE, y con mucho de lo que estas aportan se pueden prestar servicios a las pequeñas empresas y asociaciones más limitadas de medios que es, junto con los autónomos, donde tenemos que actuar con más intensidad. FADE debe ser más que la suma de las partes y la tentación de enfrentar unos con otros, que existe, tiene corto recorrido.

-¿Cómo valora la gestión del equipo saliente?

-Positiva. Y quiero ser ponderado, pues formé parte de ella. Pedro Luis Fernández ha sido un gran presidente, generoso con el tiempo y talento que dedicó a la federación a la que dio un impulso modernizador, mayor transparencia y participación. Supo construir sobre lo que existía y superar las diferencias habidas durante un proceso electoral que no fue fácil. Ahora toca perfeccionar lo que se ha hecho bien, acometer lo que la premura de tiempo no permitió y corregir aspectos que, como todo en la vida, son mejorables. Sin aventurerismos ni regresos a pasados ya superados.

-¿Es continuista?

-En compromiso y trabajo sí. Pero queremos construir a partir de lo hecho.

-¿Defiende el actual modelo de concertación social?

-Dialogar y convenir son valores en sí mismos. Asturias tiene una larga tradición de concertar, con un balance razonable, pero que no es mejor que el de aquellas otras comunidades que han optado por otro camino. Es cierto que la época de ajustes ha dificultado los cumplimientos, pero también lo es que se trata de un proceso al que le sobra grandilocuencia y le falta practicidad.

- Llegado el caso ¿que hará?

-Dado que se trata siempre de una oferta del Gobierno, la estudiaremos con la mayor atención y obraremos en consecuencia, pero creo que, aunque tiene aspectos positivos, no es un tema clave en la evolución de Asturias.

-¿Hay que elevar el tono de exigencia a la Administración?

-Pues depende en qué y cómo. Me gusta mucho más dialogar que exigir, pero sin que ello suponga renunciar a la firmeza cuando esta es necesaria. Con el gobierno del Principado coincidimos en muchas cosas y discrepamos en otras tantas. No nos gusta su tendencia intervencionista, la preponderancia que da a la fiscalidad sin que esta se vea correspondida con un ajuste y mayor eficiencia en el gasto. Deberíamos disponer de una administración menos redundante con la del Estado, más reducida. Pero valoramos sus esfuerzos en modernizar e internacionalizar la economía, en dotar de equipamientos e infraestructuras equilibradas a la comunidad y en algo que, lamentablemente ahora está en mente de todos y que es vital, su concepción de España y su aportación a un proyecto en común.

-¿La fiscalidad en Asturias es un obstáculo para el desarrollo de las empresas?

-La actividad económica es muy competitiva y lo será más en el futuro. Esa competencia abarca coste de la energía, facilidad de las comunicaciones, existencia de universidades de excelencia y, desde luego, marcos fiscales razonables. En esto último Asturias no sale bien parada y ello facilita la deslocalización de personas y de empresas. Es un tema que no admite demoras. La pérdida de talento asociado a la marcha de muchos profesionales puede convertirse en una hemorragia.

-¿Cómo valora la marcha de la economía asturiana?

-Asturias va mejor que hace unos pocos años. Es innegable. Ahora bien, ¿lo hace con la suficiente intensidad y solvencia? Me temo que no. El diferencial negativo con las áreas de mayor crecimiento se mantiene y si a ello le sumamos el grave problema demográfico, no hay razones para el optimismo. No es suficiente la simple administración de lo que ya existe. Es imprescindible una orientación en la que prime la capacidad de hacer empresa y la inversión productiva. Estamos especializándonos en discutir sobre cómo se recauda y se gasta, y no sobre cómo se produce, y esa actitud nos lleva a la catástrofe. Las empresas y los empresarios asturianos tienen capacidad para evitarlo, pero para ello hay que facilitar que puedan desplegar su potencial.

-¿Ha mejorado la consideración social del empresario?

-Sustancialmente, pero hoy hay una cierta quiebra de valores asociada al populismo que consisten en una menor valoración del esfuerzo y el mérito en base a un igualitarismo mal entendido que casa mal con la empresa. Es esencial recobrar el mejor espíritu de emprender y en ello los empresarios tenemos la responsabilidad de aplicar y trasladar a la sociedad las mejores prácticas y denostar a quien no se ajusta a ellas, que son una pequeñísima parte.

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