Las convicciones tienen un fundamento utilitarista acusado y responden con frecuencia más a intereses personales, de clase y de país que a principios morales preexistentes. Las doctrinas económicas y las ideologías (como la moral, la ética y los valores sociales) mutan con frecuencia al compás de los cambios de posición de las naciones, los colectivos sociales y los individuos. La tesis de Blais Pascal según la cual "si no actúas como piensas, acabarás pensado como actúas" tiene una gran capacidad explicativa.

Las directrices económicas de los países, de los partidos y de las corrientes doctrinales se adaptan a la mutación de los intereses cambiantes. El humorista Groucho Marx lo expuso con un célebre sarcasmo: "Tengo unos principios, pero si no le gustan tengo otros".

La teoría marxista, de Karl Marx, lo explica en términos de infraestructura y superestructura. Según esta tesis, las fuerzas productivas y las relaciones sociales emanadas de ellas (la infraestructura) determinan y condicionan las formaciones sociales de la conciencia (instituciones, moral, ideologías...), que integran la superestructura. De ello se deriva que la conciencia, las mentalidades, las ideologías... se conforman y son influidas por una realidad tangible. El pensamiento tiene capacidad de autonomía (no existe un determinismo pleno) pero por si mismo no puede quebrar ni alterar las condiciones materiales.

Aunque lo habitual son las posiciones unidireccionales ("Desde una sola ventana se contempla mejor la vida", según Scott Fitzgerald) porque esto permite simplificar la complejidad de la realidad, nada impide cambiar de ventana para seguir siempre la trayectoria del sol.

Que algunas tesis transiten de izquierda a derecha y viceversa, que los países sean librecambistas o proteccionistas de forma sucesiva según las circunstancias o que algunos votantes apoyen un extremo o el contrario se explica por la mutación de los intereses y la mimetización de las ideas. Thiery Le Paon, que fue secretario general del sindicato francés de izquierdas CGT, desveló que en una reunión de su comité confederal leyó un manifiesto del ultraderechista Frente Nacional ocultando su autoría: obtuvo aprobación y algunos aplausos.