El más potente de los grupos termoeléctricos de Asturias, el denominado número dos (II) de Aboño (556 megavatios), está siendo revisado y actualizado para mejorar su rendimiento y rebajar las emisiones contaminantes, obras que dejan a la instalación técnicamente lista para funcionar al menos doce años más, según las expectativas de EDP-HC, compañía propietaria. Será así salvo que nuevos cambios en la regulación energética o ambiental obligasen a anticipar el cierre. Si desapareciera la central, sostiene EDP, estaría comprometido el suministro a las grandes industrias asturianas y se agravaría con ello el riesgo de deslocalizaciones.

Aboño es una central formada por dos grupos de generación que suman 912 megavatios de potencia y que utiliza como combustibles carbón importado, gases residuales de la actividad siderúrgica de Arcelor y fuelóleo para los arranques. Tiene capacidad para cubrir la demanda de más de dos millones de personas y desempeña un papel clave para preservar la seguridad y la calidad del suministro a las industrias asturianas más intensivas en consumo de electricidad (Alcoa, Azsa y Arcelor), que están conectadas a líneas de alta tensión (220 y 132 kilovoltios) desde la subestación de Carrio, a la que a su vez está conectada Aboño. La proximidad de una central así es necesaria para que la red atienda, sin sobrecargas u otras posibles incidencias, las necesidades de consumidores industriales como los citados, subrayó Rafael Cabañeros, director de la térmica de Aboño. "Si no existiera, estaríamos ante el riesgo de deslocalizaciones", dijo.

En el aspecto técnico, la continuidad del grupo II de Aboño, , el de construcción más reciente (1985), queda asegurada con inversiones ya realizadas, como la instalación de una desnitrificadora para reducir las emisiones de óxidos nitrosos, y con nuevas obras que estos días se ejecutan por valor de 10,5 milones de euros, entre ellas un nuevo sistema de arranque para sustituir el uso de fuel por gas natural.

Además de rebajar contaminación, esa reforma dará más flexibilidad a la planta: los arranques serán más rápidos y podrá por ello cubrir con más agilidad las necesidades del mercado. Otra obra consiste en modernizar el cuerpo de alta tensión de la turbina, de forma que el rendimiento mejore un 4% y se reduzca en una proporción semejante el consumo de combustible.

Tras esas mejoras, el grupo II de Aboño cumplirá los requisitos ambientales y será suficientemente competitivo para producir "al menos hasta 2030", según EDP. En cambio, el funcionamiento del grupo I sólo está asegurado hasta 2020. Antes de ese año, la compañía debe decidir si lo cierra o aborda costosas inversiones para prolongar su vida útil. EDP ya ha hecho esas inversiones para mantener activo el grupo III de Soto de Ribera.

La continuidad de todas las térmicas asturianas a medio y largo plazo está supeditada a las decisiones empresariales (Iberdrola quiere cerrar ya la de Lada) y condicionada por la velocidad con que se vaya a abordar en España y en Europa la llamada "transición energética", un proceso que obligará a prescindir de los combustibles fósiles antes de 2050.