La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El arancel amenaza al acero asturiano aunque el impacto inmediato es pequeño

La exportación española a EE UU es baja, pero habrá una distorsión en los mercados y Trump apunta ya a la industria automovilística europea

El arancel amenaza al acero asturiano aunque el impacto inmediato es pequeño

El impacto directo en la siderurgia española y asturiana de los aranceles que el presidente estadounidense, Donald Trump, ha decidido imponer al acero (25%) y aluminio (10%) extranjeros es reducido por la escasa exportación española a EE UU, pero es más incierta en sus efectos indirectos si, como teme la patronal siderúrgica española (Unesid), se produjese una reorientación hacia Europa de los flujos comerciales y las expediciones extracomunitarias que hasta ahora se dirigían a EE UU y se produjesen por ella importaciones a precios de derribo.

La multinacional Arcelor-Mittal, primer productor mundial y dueño de la siderurgia integral asturiana, expresó cierta tranquilidad a los sindicatos esta semana, en la confianza de que la Unión Europea adopte las anunciadas cláusulas de salvaguardia para, de acuerdo con las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) -y no de forma unilateral y discrecional como ha hecho Trump con los aranceles- pueda frenar una invasión de productos en régimen de "dumping" (precios por debajo de coste).

Aun así, la iniciativa norteamericana puede distorsionar el mercado y generar grandes tensiones en otros países de destino de las exportaciones españolas y europeas, por lo que el efecto indirecto no es descartable aunque no se produzca en el mercado europeo sino en terceros países.

La comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, manifestó el miércoles, en una alusión implícita a China, que el problema del acero se debe a la "sobrecapacidad mundial" causada por "las subvenciones públicas masivas". En similares términos se había expresado dos días antes el portavoz de la Comisión, Margaritis Schinas, y lo mismo había manifestado la víspera un portavoz del Gobierno británico.

El exceso de capacidad se acrecentará con las medidas de Trump, forzando una tendencia general a la caída de precios en el mercado mundial (lo que se dejará sentir con mayor o menor énfasis), salvo en EE UU, donde la previsión es que ocurra todo lo contrario y se produzca déficit y un encarecimiento.

En este sentido, y aunque España vendió el año pasado 300.000 toneladas de productos siderúrgicos a EE UU, equivalentes a sólo el 2,08% de la producción nacional y al 3,4% de las exportaciones, la afectación puede ser mayor de forma indirecta y más si, como repitió Trump el sábado por la noche en Pittsburgh (y había anticipado una semana antes), EE UU desencadena una oleada de aranceles contra sectores consumidores de acero europeo, caso -dijo- de los modelos de automóviles fabricados en Europa que algunos grandes fabricantes de la UE -citó como ejemplos a Mercedes Benz y BMW- exportan a EE UU. El efecto hacia atrás y sobre el conjunto del sector siderúrgico será inevitable.

Con todo, la peor amenaza -y que sería imposible de neutralizar- es que se produjese un frenazo en la economía global o en la de los países avanzados por un rearme proteccionista en cascada. El acero es un sector muy sensible a la marcha general de la economía.

Compartir el artículo

stats