El divorcio entre el Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias (SOMA) y la Unión General de Trabajadores (UGT) será largo y difícil si finalmente se consuma. Entre otras, se vislumbran diferencias sobre el patrimonio y la representación sindical ante un proceso de desconexión que el SOMA aprobó iniciar en una asamblea que la dirección confederal de UGT no reconoce.

En uno de los documentos relativos a la fallida fusión con la Federación de Industria Construcción y Afines (FICA-UGT), la organización minera reclamaba que se reconocieran sus derechos patrimoniales. En ese catálogo hay casas del pueblo de las Cuencas, como el edificio de la plaza de la Salve en Sama de Langreo o el de la plaza del Mercado en Mieres. El SOMA esgrime que le pertenecen los derechos de uso de ese patrimonio sindical, en puridad propiedad del Ministerio de Empleo. Los ugetistas argumentan que los derechos corresponden a la UGT. La discusión está servida. "El patrimonio es del SOMA", enfatiza el líder de esta organización sindical, José Luis Alperi.

En los mismos documentos, el sindicato minero pedía mantener una parte de la estructura de la comisión ejecutiva en la plaza langreana de la Salve. Como explicación, el SOMA argumentaba que "en la sede actual de MCA (la extinta federación del metal, con base en Oviedo) no cabríamos todos, y habría que ampliar el espacio ocupado, lo que conllevaría incrementar los gastos fijos". Fuentes de los ugetistas precisaron que las casas del pueblo de las Cuencas también dan cobijo a otras federaciones del sindicato.

Otro punto de fricción estará en el reparto de la representación en las empresas. La intención del SOMA es crear un sindicato multisectorial en el que estén representados trabajadores de actividades como la industria alimentaria, la energética, la química, la textil, el sector forestal o el agrario, además de, evidentemente, del minero.

Parece haber coincidencia sobre el hecho de que los afiliados pertenecen a UGT, de modo que la afiliación al nuevo SOMA no sería automática, requeriría un acto de cada afiliado.

El reparto de los delegados actuales se presenta como una de las principales batallas. Legalmente, explican fuentes de UGT, estos representantes han sido elegidos bajo el amparo jurídico y las siglas del sindicato, de modo que cuentan como delegados ugetistas. Pero el cargo es personal. Es algo similar a lo que ocurre en los partidos políticos cuando el concejal de turno deja la formación que puede pasar al grupo mixto, explican varias fuentes. Si el delegado que fue elegido como miembro del SOMA-FITAG-UGT deja la UGT y se afilia al nuevo sindicato del SOMA o abandona ambas organizaciones podrá continuar siendo representante de los trabajadores en su empresa. Si alguien renuncia, se debería tirar la de lista que se presentó a las elecciones sindicales para buscar al sustituto. Entre otras, queda abierta la duda de quién y en nombre de cual de los dos sindicatos (el SOMA o UGT) negociará este año el plan para cerrar las minas no competitivas.