Three Gorges (tres gargantas, en su traducción literal), la empresa estatal china que ahora quiere tener el control total de EDP, nació hace 25 años en aguas del larguísimo río Yangtsé. En su cauce, a la altura de la provincia de Hubei, en pleno centro de China, la compañía emprendió un mastodóntico proyecto para construir la mayor planta hidroélectrica del mundo por extensión y por capacidad instalada (22.500 MW), ligada a la presa que de orilla a orilla regula el caudal del río.

La central debe su nombre a las tres gargantas que atraviesan la presa (Xiling, Wuxia y Qutang) y se diseñó para generar la electricidad suficiente para cubrir el 10% de la demanda del país. Pero la ambición del grupo energético, en manos del Gobierno chino, iba mucho más allá de las caudalosas aguas del Yangtsé. Una vez que las enormes obras en el río estaban casi liquidadas (allá por 2011) la compañía comenzó con su expansión internacional. La primera parada fue en Portugal, donde se hizo con el 21,35% de EDP, dueña de la asturiana Hidroeléctrica del Cantábrico (HC), y se convirtió así de primeras en su principal accionista. Tardó unos años en decidir su siguiente movimiento. En 2015 integró en su estructura una compañía china, Hubei, y ganó un jugoso contrato para explotar durante 30 años dos plantas hidroeléctricas en Brasil. Solo un año después se hizo con la brasileña Duke Energy y con la alemana WindMW.

Ese mismo año Three Gorges fichó al español Ignacio Herrero, exejecutivo de Credit Suisse, para liderar su programa de compras en Europa y Estados Unidos. Todo un experto en banca de inversión para pilotar la ambición inversora del grupo estatal chino.