"La economía asturiana sostiene un dinamismo notable en lo que llevamos de 2018, tras el excelente balance de 2017", remarca el más reciente informe de coyuntura del servicio de estudios de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE). Conforme al criterio de sus técnicos, los indicadores disponibles sugieren que el producto interior bruto (PIB) avanza con un ímpetu (2,9% interanual en el primer trimestre) análogo al del pasado año. Y no se vislumbran riesgos cercanos que hagan peligrar un crecimiento que, sin embargo, se está traduciendo en una creación de empleo "más lenta de lo deseable".

Los datos macreoeconómicos del último año en Asturias esbozan una aparente paradoja: la actividad, medida a través del PIB, ha crecido por encima de la media nacional (fue en 2017 la segunda comunidad con un mayor avance, del 3,5%, algo inédito en décadas), pero la región permanece rezagada en la recuperación del empleo, con tasas de incremento en las afiliaciones a la Seguridad Social que crónicamente figuran entre las más bajas del país. Vuelve a ocurrir en lo que va de 2018: con el PIB creciendo en el primer trimestre a una velocidad del 2,9% (según una estimación recogida en el informe de FADE), el número de trabajadores cotizantes mejora de media el 1,47%; en España, con una tasa de PIB idéntica (según la primera estimación del Instituto Nacional de Estadística), las afiliaciones se expanden en torno al 3%.

Déficit laboral. ¿Por qué ese diferencial de dinamismo en la generación de trabajo? El informe de FADE no aborda ese interrogante para el puede haber algunas explicaciones verosímiles en el patrón de crecimiento del PIB asturiano y en las peculiaridades de sus sectores productivos. El avance económico de 2017 y el que perfilan para este año los indicadores coyunturales tienen uno de sus cimientos principales en la industria, sector donde las empresas absorben con mayor facilidad que en los demás los aumentos de demanda sin necesidad de hacer nuevas contrataciones, algo que ocurre en especial en actividades fabriles básicas que tienen un peso singular en Asturias: siderurgia, generación eléctrica, plantas químicas...La industria asturiana, con datos de producción, negocio y entrada de pedidos de los mejores del país, ha ganado en un año apenas trescientos trabajadores.

A ese parco comportamiento laboral del sector fabril se une que las actividades más intensivas en mano de obra (construcción y servicios) presentan también tasas de expansión de la afiliación (2,2% y 1,3% en abril, respectivamente) inferiores a los promedios nacionales (6,4% y 3,1%). Y el campo sigue replegándose, con la pérdida de 600 ocupados desde la primavera de 2017, muchos de ellos autónomos, productores que se jubilan sin relevo o abandonan la actividad.

Riesgos globales. "El avance es aún insuficiente y más lento de lo deseable", expone sobre los resultados del mercado laboral el documento de la FADE, que por otra parte repara en que la mayoría de los sectores (todos, salvo el primario) presentan datos y expectativas de producción favorables este año. "Asturias inicia así el cuarto ejercicio consecutivo en positivo, favorecida por un entorno nacional e internacional muy dinámico, con mantenimiento de políticas monetarias expansivas y ante un impacto limitado de las diversas tensiones geopolíticas", señala el servicio de estudios que dirige Marta Álvarez. Su informe, elaborado días antes de la escalada de la tensión política en España que seguido a la sentencia del "caso Gürtel", previene de "una progresiva ralentización" del PIB en la región y en todo el país al agotarse el impacto favorable de factores externos con gran protagonismo en la recuperación de la economía: la política monetaria ultraexpansiva del Banco Central Europeo, el petróleo barato y cierto sosiego geopolítico anterior a la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE UU.