La receta de la innovación en el País Vasco tiene algunos ingredientes claves. Uno de ellos responde al viejo refrán de que la unión hace la fuerza. Y otro es no tener miedo al error, como recomiendan los buenos gurús americanos. La fórmula, salpimentada de anécdotas, la explicó ayer Manuel Salaverría, el presidente de Innobasque, un organismo que se dedica a promover la I+D entre las empresas de esa comunidad. Lo hizo durante la clausura de la junta directiva de la patronal asturiana FADE, en la que se aprobó una reforma de los estatutos, que amplía el máximo de vocales del consejo ejecutivo de los 18 actuales a 24.

Salaverría, también director de marketing en Euskatel, confesó al inicio de su intervención que estuvo a un solo paso de presidir Telecable en 2015. La cablera vasca estuvo muy cerca de comprar la asturiana entonces -la operación se cerró finalmente el año pasado-, pero en el último momento se decantó por la gallega R, donde Salaverría fue director general.

"Soy un absoluto convencido de la colaboración como auténtica palanca de cambio para mejorar la competitividad, se podría decir que soy un 'hooligan'", señaló. ¿Qué es la industria 4.0? Salaverría la definió en tres conceptos básicos: "La adopción de tecnología de fabricación avanzada, de tecnología digital y la exploración de nuevo talento". Al menos, ésas son las líneas que están siguiendo las empresas vascas para dar este nuevo salto tecnológico. Todo esto alumbrará, según Salaverría, compañías con unas características muy determinadas: serán "inteligentes, flexibles, conectadas y sostenibles".

Parafraseando al historiador israelí Harari Yuval Noah, aseguró que "en el País Vasco hemos sabido descubrir nuestro relato común". Y esa historia pasaba por potenciar el sector industrial. "Llegó un momento en el que fuimos conscientes de que debíamos mantener y hacer evolucionar nuestra industria, porque es lo que nos ha permitido mantener una buena calidad de vida", relató. "La discusión era si queríamos seguir siendo una región industrial o de servicios", añadió. Optaron por lo primero.

Ese relato arrancó en momentos muy difíciles. Era la década de los ochenta, con el terrorismo etarra en carne viva, una grave crisis económica y la tasa de paro en el 25%. En ese contexto se construyó un sistema de colaboración empresarial cuyos cimentos estaban asentados en la industria. Salaverría recordó que lo primero que se creó de aquélla fue una agencia de calidad, fundada por dieciocho empresas, que ahora ha evolucionado y cuenta en plantilla con 2.000 evaluadores, todos directivos, que, de forma altruista, se dedican a visitar otras compañías para aconsejarlas sobre cómo mejorar sus procesos productivos y sobre cómo innovar.