La ingeniería asturiana Imasa será la encargada de montar la planta que reducirá las emisiones a la atmósfera de las baterías de coque que Arcelor-Mittal está reconstruyendo en Gijón. Esta instalación, llamada planta de subproductos, tendrá el cometido de lavar los gases que salgan de estos hornos y, al mismo tiempo que rebajará las emisiones, producirá subproductos como el azufre, el alquitrán y la naftalina que la multinacional podrá comercializar.

Los trabajos de montaje comenzarán este mismo mes y durarán exactamente un año. Se prevé que estén listos a finales de junio de 2019, fecha en la que también se espera que entre en funcionamiento la primera de las dos baterías de 45 hornos de coque de Veriña (Gijón). El resto comenzará a operar a finales de ese mismo año. Aunque Arcelor no quiso divulgar datos económicos sobre esta adjudicación, fuentes de la compañía aseguraron que se trata de "una parte importante de los cien millones que está previsto invertir en las baterías". En la nota que divulgó ayer, la siderúrgica asegura que, "por su envergadura, esta obra será de las más relevantes que se llevarán a cabo en España dentro del sector químico y petroquímico en los próximos años".

El trabajo de Imasa consistirá en el montaje de los diferentes elementos de esta planta, incluyendo los equipos de proceso, la estructura y las tuberías que formarán parte del futuro entramado que lavará el gas de las baterías. Durante los meses que duren los trabajos, estas tareas ocuparán a una media de 120 personas, alcanzando picos de hasta 180 en los momentos de máxima actividad.

Imasa ya está trabajando en la reconstrucción de las baterías. La ingeniería resultó adjudicataria también del contrato, en colaboración con la compañía Liz, para el levantamiento de muros, el montaje mecánico, la puesta en servicio, el calentamiento y la asistencia para el arranque en caliente de esta instalación. La obra civil de las nuevas baterías la está desarrollando el grupo Dragados.

La construcción de esta planta de subproductos es clave para las baterías, especialmente para conseguir cumplir con los exigentes requisitos medioambientales a los que está sujeta Arcelor. Los gases que emiten estos hornos contienen varias sustancias químicas, por lo que es necesario someterlos a un proceso de lavado con unos líquidos especiales y vapor de agua. Esto permite, además, utilizarlos como combustible en todas las instalaciones siderúrgicas, incluyendo las propias baterías, que también consumen gases de los dos hornos altos de Veriña.

Los subproductos que se generan con el lavado de los gases también ayudarán a Arcelor a hacer caja. Logrará 42.048 toneladas anuales de alquitrán, 3.416 de azufre y 876 de naftalina, que podrá vender.