Duro Felguera superó ayer un hito crucial para su supervivencia tras recibir el respaldo del 98,42% de la junta general de accionistas de la compañía para acometer la anunciada ampliación de capital con la que pretende captar 125,7 millones de euros. Esta operación, que supondrá una fortísima dilución para los accionistas actuales, permitirá a Duro, si culmina con éxito, restablecer su equilibrio patrimonial, subsanar su actual situación de extrema vulnerabilidad (está en causa legal de disolución) y relanzar su actividad.

La salvación de Duro Felguera, una institución que ha coprotagonizado de forma muy relevante el desarrollo industrial y económico asturiano durante los últimos 160 años, está aún pendiente de que el día 25 otra junta general, convocada con carácter extraordinario, respalde las dos emisiones de bonos convertibles que serían suscritos por los bancos acreedores a cambio de reducir la deuda financiera de la sociedad en 233 millones, y de que entre el 28 de junio y el 23 de julio la emisión de 4.656 millones de nuevas acciones a 0,018 euros por título encuentre una demanda suficiente en el mercado.

Pero con la votación de ayer se supera un escollo capital y determinante porque el triunfo del no hubiese conducido al grupo al concurso de acreedores. "No hay planes alternativos. Ningún grupo inversor nos ha ofrecido otra opción. Sólo tenemos la vía de la ampliación de capital", afirmó Acacio Rodríguez a los accionista. Un empleado que tomó la palabra en la asamblea utilizando una delegación de voto, Pedro Infante, llamó a los accionistas a votar sí a la ampliación para salvar la compañía y con el compromiso de que "los trabajadores" pondrán "todo su empeño para que esto salga adelante".

Tras más de dos horas de incertidumbre y calma tensa, el resultado de la votación (98,42% sufragios a favor; 1,36% en contra, 0,2% de abstenciones y 0,007% de votos en blanco) suscitó una ovación y lanzamiento de petardos en la calle, donde aguardaba, expectante, una representación de los 1.800 trabajadores que Duro Felguera tiene fundamentalmente en Asturias, y también en Madrid y diversos países.

La familia Álvarez Arrojo, mayor accionista actual (controla el 24,399%), que había abanderado desde hace meses la opción de acogerse al concurso de acreedores, no registró sus acciones y no participó en la votación, por lo que no apoyó la ampliación pero tampoco se opuso a ella. Oficialmente, la dinastía, que en marzo renunció a dos de sus tres puestos en el consejo, no participó en la junta aunque su principal representante, el expresidente y actual consejero de Duro Ángel del Valle, sí acudió, aunque no se sentó en el estrado con el resto del consejo de administración.

Con una participación del 40,55% del capital social de la empresa entre accionistas presentes (315) y representados, la ampliación de capital (así como la reducción previa para absorber pérdidas) recibió el apoyo de 63.857.427 acciones, el rechazo de 886.339, la abstención de 133.223 y el voto en blanco de 9.500. Si la familia Arrojo hubiese votado en contra, la ampliación hubiese tenido 40,5 millones de votos de rechazo frente a los 63,8 millones de aceptación. Todo apunta a que las familias Arias (10%) e Ybarra Careaga (5%) votaron a favor.

Todos los puntos del orden del día fueron aprobados por mayoría (incluidas las cuentas del pasado ejercicio, que causaron pérdidas de 254 millones, y la ratificación y nombramiento, según casos, de los nuevos consejeros que se dieron a conocer desde abril) y fue rechazada por el 98,77% de las acciones presentes en la sala la petición de un accionista, Carlos Prieto, para que la compañía emprendiera una acción de responsabilidad social contra los administradores de Duro durante los últimos cuatro años. Su propuesta tuve el apoyo del 1,04% y la abstención del 0,19%. Tanto este accionista como el trabajador Pedro Infante (los dos únicos asistentes que tomaron la palabra) fueron muy críticos con la gestión realizada durante los ejercicios recientes, que tacharon de "nefasta".

Duro necesita, según Acacio Rodríguez, "rediseñar su futuro" y acometer "un cambio de calado", y aventuró que será factible lograrlo porque la longeva compañía asturiana, con origen en 1857, demostró, afirmó, una "gran capacidad de transformación" en otras crisis societarias y de negocio por las que atravesó, de todas las cuales "resurgió".