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La transición energética | El despliegue de las renovables, una oportunidad para la industria del Principado

Asturias ancla el mayor parque eólico marino

Iberdrola comienza a hincar en el mar del Norte las gigantescas piezas fabricadas en el Principado por Windar y Arcelor-Mittal: son las raíces del gran proyecto español de energía verde

Un buque chino desembarcando las estructuras.

Sobre las aguas del mar del Norte, a 42 kilómetros de la costa inglesa, el viento da una tregua. Contiene su furia y mece el helicóptero. En circunstancias normales, lo zarandearía como si fuera un ultraligero. La eléctrica española Iberdrola se ha empeñado en domar esas corrientes de aire que azotan el canal de la Mancha y construye allí el mayor parte eólico marino del mundo: East Anglia One, que contará con 102 gigantescos aerogeneradores fijados en el fondo marino, a 45 metros de profundidad. Del anclaje, de que todo no se vaya por los aires, se encarga Asturias.

Windar Renovables, del grupo Daniel Alonso, suministra desde Avilés 126 pilotes de 150 toneladas cada uno para cimentar los "jackets", las estructuras submarinas de tres patas que sirven de base para las torres eólicas. La compañía avilesina, junto con el astillero estatal Navantia, también se ha encargado de la construcción de 42 "jackets" ensamblados en Fene, en la ría de Ferrol. "Todas esas estructuras de acero se han tenido que fabricar teniendo en cuenta las condiciones severas del mar del Norte, que también dificultan en extremo la labores de instalación y hacen que muchas jornadas ni podamos trabajar en el mar", señala en tierra el mexicano Alberto Ávila, responsable de cimentaciones de Scottish Power Renewables, la filial británica de Iberdrola.

Esos colosos que tienen que anclar y sostener las torres, desafiar la fuerza del viento y el mar y combatir la corrosión del agua salada son construidos con el acero que Arcelor-Mittal fabrica en las factorías de Gijón y Avilés. Asturias, que tiene una insana dieta energética en la que aún pesa el carbón, está en la base de este parque marino que es un hito mundial de la nueva alimentación con renovables.

Desde el aire, y tras 40 minutos de vuelo en helicóptero desde el puerto holandés de Vlissingen, ya se aprecian las primeras estructuras de los nuevos gigantes del mar del Norte. Luce el sol de primera hora de la tarde y apenas hay oleaje. La aeronave, un Eurocopter de un sólo rotor, mariposea sobre los buques "Bokalisft" y "Olympic Taurus", dotados con todo tipo de grúas. Abajo se trabaja a destajo. Ya se han hincado 24 pilotes y colocado tres "jackets" astur-gallegos, que con sus 65 metros de altura y su color amarillo chillón asoman entre las aguas. Lo que se ven son las piezas de transición en las que se apoyará la torre y que fueron fabricadas y preensambladas en Avilés. Cuando el próximo año se instalen los fustes y los aerogeneradores, cada una de las 102 torres eólicas tendrá una altura de 235 metros, casi el doble que la torre de la Laboral de Gijón, el edificio más alto de Asturias. Cuando esté concluido el parque ocupará una superficie marina de 300 kilómetros cuadrados, el equivalente a la extensión del concejo de Somiedo. Está previsto que entre en funcionamiento en 2020 y suministrará energía limpia a cerca de medio millón de hogares londinenses. Cada uno de los aerogeneradores, fabricados por Siemens-Gamesa, tendrá una potencia instalada de 7 megavatios (MW), por lo que el total será de 714 MW, el doble que la central térmica de carbón de Lada (355 MW), la instalación langreana para la que Iberdrola ha solicitado la baja dentro de su estrategia de descarbonizacion y de apuesta por las renovables. "Estamos a la espera del visto bueno del nuevo Gobierno de España", señalan fuentes de la compañía sobre esa petición de cierre.

Cuando en 2006 Iberdrola adquirió Scottish Power, la entonces quinta eléctrica británica contaba con varias térmicas de carbón. Todas han sido clausuradas al tiempo que Iberdrola está realizando un fuerte despliegue de renovables en Gran Bretaña en el que se incluye, como bandera, el parque eólico marino East Anglia One. Además de las torres, se instalará una gran subestación en medio del mar -que fabrica Navantia en el resucitado astillero de Puerto Real (Cádiz)- y que estará unida a tierra por un doble cable submarino de 85 kilómetros de longitud. Será el cordón umbilical para alimentar de energía limpia a Inglaterra. Del carbón al viento, en una transición rápida.

East Anglia One será el tercer parque eólico marino levantado por Iberdrola. El primero fue West of Duddon Sands, en el mar de Irlanda, al que siguió Wikinger, en aguas alemanas de mar Báltico. En ese segundo proyecto ya hubo participación asturiana a través de Arcelor-Mittal y Windar, que en alianza con Navantia suministró 116 pilotes, 70 torres y 29 jackets. Iberdrola quedó satisfecha con el trabajo y ha vuelto a contar con las compañías asturianas para abordar el proyecto de renovables más ambicioso emprendido por una eléctrica española, con un presupuesto de 2.500 millones de libras. El contrato de suministro de 42 "jackets" y 126 pilotes con participación asturiana, firmado en septiembre de 2016, es de más de 120 millones de euros.

Además hay muchas posibilidades de que se firmen nuevos contratos. Iberdrola ya ha solicitado al Gobierno británico ampliar East Anglia One para llegar hasta los 2.000 MW; recientemente ha obtenido autorización para construir otro parque eólico marino en la costa Este de Estados Unidos, en Massachusetts, de 800 MW; también logró la adjudicación de otros dos parques de 486 MW en aguas alemanas del Báltico (Baltic Eagle y Wikinger Sud) y acaba de llegar a un acuerdo con el Gobierno francés para desarrollar el parque de Saint-Brieuc frente a la costa de La Bretaña. Grandes oportunidades para la industria del Principado.

"Repetir con Windar y Navantia sería una buena opción, han hecho un buen trabajo y están cumplido con unos plazos muy exigentes que muy pocos en el mercado pueden afrontar", señala Alberto Ávila en la explanada del puerto de holandés de Vlissingen, que se utiliza como base avanzada porque dispone de mayor capacidad de almacenaje que los puertos ingleses y está situado a una distancia similar a la que hay entre el futuro parque eólico y la localidad inglesa de Bawdsey, donde los cables alcanzarán la tierra.

Ávila destaca que el proyecto se inició "hace diez años", cuando se empezaron a realizar los estudios meteorológicos, geológicos, de corrientes... Que la zona no sea muy profunda (45 metros) ayudó. No ocurre como en la costa asturiana, donde el "escalón" hace inviable un proyecto de este tipo.

Asturias no destaca por su producción de energía renovable, pero sí es una potencia industrial para hacer posible esa generación. En las factorías asturianas de Arcelor-Mitall se fabricaron las 58.800 toneladas de acero necesarias para los pilotes y "jackets" de East Anglia. El arrabio obtenido en los altos hornos de Gijón se transformó en la acería de Avilés y luego se trató en el tren de chapa gruesa de Gijón. A las puertas de la factoría de Arcelor en Veriña está la planta de Dacero, del grupo Daniel Alonso, donde se cortó la chapa gruesa y se preparó. Luego, vuelta a Avilés, a los talleres de Tadarsa, también del grupo Daniel Alonso. En la antigua nave de Laminación Oeste de Arcelor la chapa se curvó y se llevaron a cabo las soldaduras de las piezas para conformar el puzzle del pilote, un enorme tubo de acero de casi 50 metros (como un edificio de 13 pisos) que luego, con la ayuda de un molde, se clava en el fondo marino a base de martillazos. Tiene que resistirlos. "La vida útil de estas estructuras es de 25 años, pero como ningún parque marino aún ha llegado a esa edad todo está por ver", destaca Juan Francisco Martínez, encargado de expediciones de East Anglia. Natural de Albacete, trabajó anteriormente durante dos años en Avilés, supervisando las entregas de Windar para el parque eólico Wikinger. "Allí comprobé la calidad con la que trabajan en Windar y cogí ocho kilos de peso porque como en Asturias se come en muy pocos sitios", comenta Martínez recomendándole destino a Mark Gregory, el jefe de puerto.

Una vez concluidos, los pilotes se han ido transportado en barco desde el puerto de Avilés al de Vlissingen. Allí están depositados ahora muchos de ellos junto a los mastodónticos "jackets" que también fabricó Windar, en este caso junto a Navantia, y que acabaron de ensamblarse en los viejos talleres de Astano en la ría de Ferrol. En la fabricación de todas estas estructuras trabajaron entre 600 y 700 personas, con picos de hasta 1.300, repartidos entre Asturias y Galicia. Además muchas labores fueron subcontratadas y participaron empresas asturianas como la corverana de ingeniería Mesana.

Los pilotes y los "jackets" tienen tomado ahora el puerto de Vlissingen. Esperan su turno para ser llevados al parque eólico marino. Allí concluirán su viaje desde Asturias y, tras un complejo montaje, comenzarán a soportar el empuje de las olas y el peso de los molinos. Son la raíz de la energía verde.

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