El diseño de un plan estratégico que defina el modelo económico al que aspira Asturias y la mejora del sistema formativo y de cualificación profesional y su adecuación a las necesidades del tejido productivo fueron algunas de las consideraciones compartidas por los ponentes reunidos ayer por LA NUEVA ESPAÑA y Caja Rural de Asturias en un desayuno para analizar "El futuro inmediato de la industria". Joaquín García Rico, consejero delegado del Grupo TSK; Antonio Romero, subdirector de Caja Rural de Asturias; Daniel Fernández, consejero delegado de Ascensores Tresa, y Belarmino Feito, presidente de Asturfeito y de la patronal asturiana (FADE), moderados por Gonzalo M. Peón, subdirector de LA NUEVA ESPAÑA, mostraron una visión en todo caso optimista sobre el futuro asturiano, en virtud de las fortalezas, los fundamentos y la tradición industrial regional, aunque sometido a desafíos, lo que exige un esfuerzo colectivo basado -dijeron- en el consenso sobre los objetivos a alcanzar.

La colaboración entre empresas asturianas y los incentivos a las ganancias de tamaño para acrecentar la competitividad y proyección externa, la culminación y mejora -según casos- de los medios marítimos, aéreos y terrestres para reforzar la conectividad asturiana con el exterior, y la planificación sin precipitaciones de la transición energética hacia una economía descarbonizada de modo que no lesione el modelo industrial asturiano fueron otros de los retos analizados por los ponentes.

Transición energética. Belarmino Feito sostuvo que "una cosa es el futuro de la minería de carbón, que ya sabemos que tiene fecha de caducidad, y otra, la continuidad o no de las centrales térmicas de carbón". "La UE", señaló, "admite la necesidad de tener en cuenta el impacto del objetivo de descarbonización en los territorios. Greenpeace (nada sospechoso) admite que prescindir de las térmicas encarecería el 12% la electricidad y la clausura de las nucleares, el 20%". "Está en juego", dijo, "no sólo el empleo de las térmicas asturianas y el efecto sobre las comarcas mineras, sino sobre El Musel (importador de carbón), los 374 camiones diarios que transportan mineral desde el puerto a las térmicas y la industria electrointensiva asturiana (Arcelor-Mittal, Alcoa y AZSA, además de las empresas transformadoras), que se vería dañada por la previsible subida del precio de la energía cuando ya somos el cuarto país con la electricidad más cara".

Antonio Romero alertó de "la gran incertidumbre en el ámbito empresarial" que suscitaría la implantación abrupta de "un nuevo escenario energético", y más -indicó- cuando existen "otras incertidumbres". "El empresario", explicó, "no puede operar en un entorno incierto".

Para Joaquín García Rico, una sustitución rauda de las térmicas "puede encarecer a corto plazo la energía". "Las grandes compañías eléctricas, a las que se les llena la boca con las energías renovables, harán lo que consideren. No sé cómo podemos influir y evitar que las empresas no inviertan en sus centrales de carbón para prorrogarles la vida más allá de 2030. Por lo tanto, se trata de cómo afrontamos el proceso, dado que nos afecta más. Es importante que la transición sea por ello lo más ordenada posible, pero en muchos países se ha logrado precios de energía muy competitivos con las renovables e incluso los países petroleros están haciendo este tipo de plantas". "Dada la gran dependencia que tenemos de industrias electrointensivas, deberíamos ir promoviendo", dijo," un tejido más diversificado, fomentando otros sectores (caso del turismo) para no depender tanto de una sola actividad".

"Esto se veía venir y nos viene dado desde fuera", dijo Daniel Fernández. "Que la energía se abarate o encarezca dependerá de cómo se planifiquen los cierres. Hoy hay indefinición sobre cómo se va a hacer, y las eléctricas no invertirán en sus térmicas si no saben qué va ocurrir con este tipo de energía". Fernández ve, no obstante, oportunidades en la transición energética: "Con el carbón llevamos años de transición. Hoy estamos mejor posicionados porque Asturias tiene grandes fabricantes en el sector eólico y contamos con ingenierías punteras en torno a la renovables. Esto puede hacer que la transición sea más sencilla".

Feito coincidió en que la transición energética es "una oportunidad porque en Asturias hay un tejido empresarial especializado en tecnologías, fabricación de equipos y proyectos vinculados a las energías renovables, y una regasificadora sin usar". No obstante, la alta dependencia de industrias electrointensivas hace que Asturias sea muy sensible al coste de la energía: "Somos conscientes de que hay que asumir la descarbonización, pero no de forma apresurada y desordenada".

Tamaño empresarial. A juicio de García Rico, "Asturias necesita que el tamaño de nuestras empresas sea mayor, que las compañías colaboremos más para competir en el mundo (los asturianos colaboramos poco entre nosotros) y avanzar en la innovación y la investigación (al ser pequeños, nos cuesta más)". García indicó que la ganancia de tamaño "debe liderarla el empresario y el Gobierno debe ayudar".

También para Daniel Fernández cobrar tamaño es "una tarea que depende de las empresas, así como los acuerdos de colaboración", aunque "las administraciones pueden ayudar porque hay barreras administrativas que desincentivan el crecimiento a partir de determinado tamaño".

Feito coincidió en que "para competir internacionalmente el tamaño es importante" pero esto colisiona en Asturias con "la falta de una mentalidad de colaboración". "El pasado (el predominio antaño de la empresa pública) tiene su peso y determinó una mentalidad cuando todas las empresas competían entre sí y ganaba el que mejor comercial tenía para vender al sector público industrial. Como consecuencia, aún hoy hay pocos 'cluster' que funcionen adecuadamente".

Formación. Antonio Romero apuntó a la necesidad de mejorar los procesos formativos y de cualificación para facilitar la especialización y "dar soporte a las empresas" y García Rico señaló que " nos falta personal cualificado en determinadas áreas mientras existe una tasa elevada de paro". Para Feito esta carencia (que se produjo "incluso en época de crisis") se suma al problema del "envejecimiento" de la población asturiana. "Algo estamos haciendo mal: necesitamos gente y no la encontramos", indicó García Rico. "Tenemos que ser capaces desde FADE, la Consejería de Educación y la Universidad de hacerlo más fácil y rápido", dijo.

A juicio de Romero, "hay incoherencias que no se resuelven y sorprende que no haya estudios nocturnos de formación profesional" para conciliarlo con el trabajo. "Los empresarios nos tenemos que implicar", según Feito: "Tenemos que plantear nuestra necesidad de personal cualificado y la Administración debe proponer un proyecto formativo que satisfaga esas necesidades y que se consensue con el empresariado y los sindicatos". Feito expresó el cambio rápido de la economía y la "necesidad de un sistema muy ágil que dé respuesta a la demanda de nuevas especializaciones y perfiles profesionales" y en el que "se alineen los pocos recursos que hay". Para Daniel Fernández "en Asturias hay muchas empresas punteras en sus ámbitos, tenemos centros tecnológicos avanzados, hay sectores que van bien y se hacen más cosas y en más sectores de lo que se cree. Soy optimista". "La tradición industrial asturiana es", según García Rico, "una fortaleza tremenda que otras regiones en España y en el mundo no tienen y que hay que aprovechar". Para Romero, la región cuenta con activos ventajosos como "el metal, bienes de equipo, turismo, industria agroalimentaria, centros tecnológicos avanzados, biotecnología y otros". Y Feito postuló la fortaleza industrial y una apuesta por el turismo de calidad.

Infraestructuras. Romero subrayó debilidades como "el coste y la dificultad de las conexiones exteriores". Feito reclamó enlaces aéreos con París, Heathrow (Londres) y Fráncfort" (Rico matizó que algunos aviones con París iban "medio vacíos"), terminar el AVE y recuperar la Autopista del mar.

Estrategia. Feito abogó por dotar a Asturias de una estrategia regional -que los empresarios "están legitimados para liderar"- y que deben abordar desde "la unidad" y promoviendo "el respaldo social porque, con él, alinear la voluntad política será más fácil". Romero sostuvo que una estrategia regional compartida debe conllevar el "compromiso real de cumplimiento y un marco de actuación adecuado" para que sea útil. García Rico alegó que los asturianos "debemos dejar de quejarnos (somos mejores que la mayoría y hacemos muchas cosas), estar unidos y subirnos todos al carro". Y Fernández respaldó un "plan transversal, consensuado y con tracción social -para saber a dónde se quiere ir- y que esté por encima de los cambios políticos".