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La devaluación del diésel

Los concesionarios ya notan una caída de demanda de los vehículos de gasóleo, con lo que más de 400.000 coches de la región pierden valor

La devaluación del diésel

Los más de 400.000 vehículos diésel que circulan por las carreteras asturianas han perdido valor de un día para otro. La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, afirmó el miércoles en el Congreso que el diésel tiene "los días contados" y que su "impacto" en la calidad del aire "es lo suficientemente importante como para ir pensando en un proceso de salida". Responsables de concesionarios y talleres asturianos señalaron ayer que con ese mensaje, y si no hay alguna aclaración, las ventas de vehículos diésel tanto nuevos como de segunda mano "van a caer aún más" y, consecuentemente, quien esté pensando en vender su coche usado de gasóleo comprobará que se ha devaluado.

La caída de ventas de los coches de gasóleo ya se venían produciendo en Asturias en los dos últimos años y contrastaba con el crecimiento de las ventas de vehículos de gasolina. El "diselgate", el caso del trucaje de las emisiones, puso bajo sospecha los motores de gasóleo. Luego llegaron las restricciones a los gases contaminantes en las revisiones y los mensajes sobre la posibilidad de limitaciones para el diésel por la polución en algunas grandes ciudades, como es el caso de Madrid y Barcelona en España. "En ese contexto ya se produjo un cambio histórico a principios de año y por primera vez en muchos años ya se vendieron en Asturias más coches de gasolina que de gasóleo", apunta Rogelio Cuesta, presidente de la patronal asturiana de talleres y concesionarios de vehículos (Aspa).

Entre 2007 y 2017 el número de turismos de gasóleo que se vendían en la región representaron el 68,36% del total de las ventas que hacían los concesionarios, pero este año todo ha cambiado. Según los datos que maneja la Agencia Tributaria a partir del impuesto de matriculaciones, el 58,1% de los 7.620 turismos nuevos alimentados por carburantes que compraron los asturianos entre enero y mayo de 2018 tienen motores de gasolina. En concreto, en esos primeros cinco meses se vendieron en el Principado 4.427 coches cuyo motor funciona con gasolina frente a 3.193 coches de gasóleo. Además, la velocidad en las ventas de los primeros ha ido aumentando y poniendo tierra de por medio con los de gasóleo según avanza el año.

Los datos que maneja la Agencia Tributaria son hasta mayo, pero en junio se produjo un hecho que puede ser determinante para el futuro del diesel: tomó posesión el nuevo gobierno del socialista Pedro Sánchez. Desde entonces han proliferado los mensajes que contribuyen a devaluar el diésel.

Primero salieron desde el Ministerio de Hacienda al apuntar la posibilidad de aumentar los impuestos sobre el gasóleo para equiparar su precio con el de la gasolina, lo que le costaría al año a los asturianos que tienen vehículos propulsados por motor de gasoil más de 17,6 millones de euros, según un estudio. Después, los mensajes salieron de la boca de la ministra para la Transición Ecológica al afirmar que el diésel "tiene los días contados" por su impacto en la calidad del aire.

"Los motores diésel son en la actualidad más eficientes y emiten entre un 15 y un 20% menos de dióxido de carbono (CO2) que los gasolina. De ahí que sean una tecnología esencial para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de CO2. La clave está en fomentar el rejuvenecimiento del parque, el mantenimiento responsable de los vehículos y el apoyo de la Administración para conseguirlo", apuntó ayer la Asociación Española de Proveedores de Automoción (Sernauto), que pidió "prudencia" y "moderación" en los mensajes que el Gobierno ha lanzado contra el diésel.

Sin embargo, el daño ya está hecho. "Los compradores tienen miedo, en estas circunstancias pocos se atreverán a comprar un diésel", reconoce el responsable de un concesionario asturiano. Si el objetivo del Gobierno es reducir emisiones, con la devaluación del valor de los vehículos diésel se corre el riesgo de que sus propietarios descarten su venta y con ello se alargue la vida del coche, lo que sí tendría efectos en las emisiones.

Además, la presión sobre el diesel podría ir en aumento. La consultoría Oliver Wyman presentó ayer un informe en el que destaca la necesidad de que el Gobierno establezca un calendario con fechas límite para el vehículos diésel que permita a la industria planificar y adaptarse. Señala que en países como Francia, Reino Unido, Noruega o Países Bajos ya se lo están planteando a partir de 2025. Sería ponerle fecha de defunción a los vehículos que consumen gasoil.

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