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Duro Felguera ya salió de otras como ésta

La crisis extrema que trata de superar el grupo con la macroampliación de capital en marcha es muy similar a las gravísimas vicisitudes por las que pasó la compañía entre 1992 y 2000 y entre 1902 y 1910, y de las que logró recuperarse

La junta general de Duro Felguera celebrada el pasado 16 de junio en Oviedo. MIKI LÓPEZ

Duro Felguera afronta días críticos para su supervivencia. La captación de 125 millones de euros como aportación de capital nuevo es imprescindible para que el grupo, con 160 años de historia, eluda la inviabilidad a la que se ha visto abocado tras declarar unas pérdidas de 358,4 millones desde 2015. Este mes se sabrá si la compañía logra su objetivo y supera su actual situación patrimonial neta negativa, que la ha sumido en causa de disolución legal. El desafío es enorme pero no es inédito. Duro Felguera ya salió de otras situaciones como ésta. Que lo lograra en el pasado no garantiza que ahora lo vaya a conseguir pero haber superado trances análogos en su larga historia, y en circunstancias también muy complejas, sugiere que el empeño, aunque arduo, no es imposible.

Periodo 1992-2000

El antecedente más reciente se produjo en la gran crisis de 1992-1994. Entonces la compañía arrojó pérdidas de 69,44 millones de euros en tres años. Hoy equivaldrían a más de 122 millones de euros. La situación crítica se prolongó hasta 2000 porque Duro salió debilitada del trienio de número rojos, con el accionariado asturiano de referencia en minoría y en retirada, y con la gran banca española (que había sido el gran inversor de respaldo durante decenios) dispuesta a dejar el grupo a su suerte.

El accionariado se fracturó en varios bandos. Fondos inversores abrieron un frente de hostilidad para exigir una estrategia rauda de relanzamiento del valor en Bolsa frente al planteamiento más industrial y a largo plazo del consejo. El grupo industrial alemán Mettalgesellechaft, que se incorporó de la mano del Banco Central-Hispano -que había heredado parte de la antigua posición hegemónica del Urquijo en la compañía asturiana-, se convirtió en la gran esperanza de Duro desde 1992, pero la crisis que sobrevino cinco años más tarde en la compañía matriz germana cambió el rumbo de los acontecimientos y añadió zozobra y orfandad accionarial al grupo asturiano cuando la multinacional alemana vendió sus acciones en 1997.

En 1999 las juntas generales ordinaria y extraordinaria -esta última, forzada por los fondos de inversión y de pensiones disidentes- se desarrollaron en un ambiente de gran crispación, y en un contexto de extrema debilidad del consejo de administración, que apenas controlaba el 1,5% del capital aunque tenía el apoyo de algún inversor externo. Duro negoció entonces la entrada en su capital de la estadounidense General Electric -lo que no se llegó a materializar- y, en el intento de salir del atolladero, buscó otras alianzas para lo que otorgó un mandato a AB Asesores Morgan Stanley Dean Witter para la búsqueda de un socio internacional.

El entonces consejero-director general (Antonio Bernardo Sirgo) renunció por la presión de los accionistas beligerantes y como concesión de la compañía para un armisticio que permitiera a la sociedad el sosiego mínimo para captar inversores que reforzaran la base accionarial y garantizaran la estabilidad societaria.

El turbulento periodo de casi ocho años de vicisitudes, sobresaltos y extrema debilidad capitalista en la que se desenvolvió Duro, aquejada entonces además de graves problemas industriales, se superó con una gran operación de recluta de capitales asturianos, con la entrada como accionistas de los grupos regionales TSK, Imasa y Melca, y el refuerzo de la posición que ya tenía desde tiempo antes la familia Álvarez Arrojo y que ésta había puesto hasta entonces al servicio del consejo y en contra de los fondos inversores y de pensiones rebeldes. Con la incorporación de estos grupos, la compañía entró en un periodo de recuperación, que se prolongó hasta la grave situación actual.

Periodo 1902-1910

Noventa años antes, entre 1902 y 1910, Duro Felguera, recién refundada con esta denominación en 1900 a partir de la sociedad preexistente Duro y Cia., encaró la crisis más profunda de sus 160 años de historia y la más similar a la actual. Entonces también bordeó la quiebra.

La reconstitución de la compañía como sociedad anónima había sido promovida en 1900 para captar capitales con la finalidad de reforzar al grupo frente a los desafíos de los cambios tecnológicos que desde 1880 habían dado ventajas de situación a la industria vasca del acero por su proximidad a los yacimientos de hierro, como respuesta a los preparativos de fusión de las tres grandes siderurgias vizcaínas (que se materializó en 1901) y "para garantizar la solvencia financiera" del grupo asturiano.

El fortalecimiento de Duro supuso la entrada en su capital de accionistas catalanes que ya estaban presentes en las fábricas vascas, los socios de la Unión Hullera y Metalúrgica Asturiana (Urquijo y Adaro), técnicos e inversores procedentes de Fábrica de Mieres y bancos asturianos, todos los cuales se sumaron a los socios procedentes de Duro y Cia.

Esta aportación no fue suficiente cuando la crisis industrial de 1901 condujo a las primeras pérdidas a la nueva Duro. Esta situación negativa se prolongó hasta 1909, y se agravó a partir de 1905 con el derrumbe de los precios industriales.

En 1905 la empresa dijo que estaba afrontando "el año más difícil de su historia" y que no podría seguir adelante "sin acudir al llamamiento de nuevos capitales".

La salida a Bolsa en 1905 y la fusión por absorción en 1906 de la Unión Hullera (con lo que los banqueros Urquijo pasaron a ser dominantes en Duro) fueron dos de las operaciones realizadas para eludir la insolvencia. Los Urquijo aportaron créditos y suscribieron gran parte de las emisiones de obligaciones que se hicieron, y la compañía hipotecó gran parte de su bienes, pero las pérdidas prosiguieron y en 1907 Luis Adaro Magro, director general, anunció el "agotamiento de los recursos financieros" y la inminente aparición de "un descubierto provisional con nuestros banqueros".

En enero de 1909 sólo se hablaba (como ahora) de "salvar el negocio". En junio hubo nuevas inyecciones de capital, en julio los herederos de Pedro Duro exigían medidas radicales y en septiembre el primer ejecutivo (Adaro) tuvo que entregar el cargo, como ocurrió en 2000 (Sirgo) y de nuevo en noviembre de 2017 (Ángel del Valle). Pero la situación no se enmendaba y en 1910 (tras ocho años de dificultades extremas) se pensó en liquidar y disolver.

Como se acaba de hacer este año con la banca acreedora, en 1910 se llegó a un pacto con los obligacionistas y se acometió una profunda acción de saneamiento y sacrificio. Entre 1905 y 1909 Duro Felguera había perdido 9,3 millones de pesetas, una fortuna para la época, y una cifra equivalente al 81% del capital social con el que se había refundado la compañía (11,5 millones de pesetas) en 1900.

Las medidas de estabilización dieron resultado, Duro volvió a beneficios, en 1910 ya ganó dinero y entre esa fecha y el gran resurgir industrial de 1914, la compañía acumuló unos beneficios de 5,1 millones.

Entonces fue posible y ahora se trata de saber si esta vez también será factible.

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