Los asturianos tienden más que los ciudadanos de otras regiones a pensar que no poseen las habilidades y los conocimientos necesarios para emprender negocios, una actitud que alimenta el "miedo al fracaso" y que combinada con él inhibe la iniciativa empresarial. Un equipo de economistas de la Universidad de Oviedo ha llegado a ese diagnóstico a partir de los resultados de una encuesta que vuelven a situar a Asturias en las últimas posiciones del país en niveles de emprendimiento. Un mal balance atemperado por el creciente protagonismo de las mujeres, que ya crean más empresas que los varones.

El citado trabajo, presentado ayer, es la edición asturiana del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), observatorio de ámbito global que en España está formado por 19 equipos ligados a las universidades y al mundo empresarial. La Cátedra de Emprendimiento (Capgmini-Caja Rural de Asturias) de la Universidad de Oviedo ha pilotado el estudio regional, con el liderazgo de la catedrática Beatriz Junquera y la participación de los también profesores Jesús Ángel del Brío, Begoña Cueto y Matías Mayor. A partir de una encuesta a dos mil asturianos de edades comprendidas entre los 18 y los 64 años, ese equipo ha extraído conclusiones como las que se sintetizan en los siguientes puntos.

Menos emprendedores. El llamado "Informe GEM" incluye la elaboración de la llamada tasa de actividad emprendedora, que mide la proporción de la población en edad de trabajar que en el momento de la consulta (fines de 2017) o en los tres años y medio anteriores ha estado involucrada en el nacimiento de proyectos empresariales. El retrato que se hace de Asturias es el siguiente: la tasa de emprendimiento es del 3,26%, prácticamente la mitad de la que se observa en el conjunto de España (6,2%) y a gran distancia del promedio de la Unión Europea (8,1%).

Las mujeres, mejor. Las distancias con los estándares nacionales y europeos son menores en el caso de las asturianas (3,6% de tasa de emprendimiento, frente al 5,6% de España) que en el de los varones (2,9% en Asturias y 6,8% en el país). Beatriz Junquera enfatiza que el protagonismo femenino ha conducido a que las mujeres generen más negocios que los varones (por cada diez que crean ellos surgen once de ellas), al contrario de lo que ocurre a escala de España y de Europa.

La calidad del emprendimiento. Los expertos distinguen entre quienes emprenden movidos principalmente porque han identificado una oportunidad de negocio de aquellos que lo hacen sobre todo "por necesidad", por la falta de trabajo por cuenta ajena o su precariedad. Cuanto mayor es la proporción del emprendimiento "por oportunidad" se considera que su calidad es mayor. Asturias tiene resultados cercanos a los nacionales: el 31% de los nuevos empresarios lo es por necesidad, cuando en el conjunto de España la tasa es del 28,3%.

Confianza baja, miedo alto. ¿Qué explica las bajas tasas asturianas de emprendimiento? El trabajo de Junquera y su equipo identifica claves en las respuestas de los encuestados acerca de tres cuestiones: la opinión que tienen los ciudadanos sobre sus capacidades para poner un negocio; si perciben o no las oportunidades que hay en su entorno y en qué medida consideran que el miedo al fracaso les frena. La encuesta sugiere que los asturianos identifican menos que el resto de los españoles las oportunidades de negocio: dice percibirlas el 22% de la población, frente al 32% nacional. Es un resultado que no explica fácilmente por razones objetivas, porque Asturias no tiene menos recursos ni pone más barreras al emprendedor que otros territorios con mejores resultados. Los investigadores enfocan la explicación central sobre este otro resultado: el 38% de los encuestados considera que dispone de los conocimientos y las habilidades para poner un negocio, cuando en España la media es del 45%. "Esa percepción de la gente no tiene base real, teniendo en cuenta los niveles de formación (en promedio, de los más altos del país)", expone Beatriz Junquera. Su visión viene a ser esta: la falta de confianza y de conciencia de las propias capacidades reprime el emprendimiento y alimenta el "miedo al fracaso", otro potente inhibidor. "Tenemos que encontrar soluciones para cambiar esa dinámica; de ello depende el futuro de la región", concluyó la catedrática.