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"Arriesgamos en algo que sabíamos hacer para poder seguir cotizando"

Tres gijonesas crearon la cooperativa Danca después del cierre de la empresa de confección para la que trabajaron 30 años

Después de que cerrara Modital, la empresa de confección en la que habían trabajado 30 años, y a las puertas de cumplir ellas los 50, las gijonesas Beatriz Sánchez Díaz, Carmen Fresno Oro y Carmen Pérez Díaz decidieron crear una cooperativa aprovechando los contactos que tenían con comerciales y proveedores del sector. Hoy tienen un pequeño taller de confección en la calle San Ignacio de Gijón, una marca propia, Danca, y una producción anual de unas 10.000 prendas, en dos temporadas, que se venden en tiendas de Asturias, Andalucía, Madrid, Castilla-La Mancha, Galicia y Cataluña.

La cooperativa la pusieron en marcha en 2014 y actualmente están "desbordadas" para atender los pedidos, hasta el punto de que han renunciado a los clientes que menos margen les dejaban. Tal como cuentan la historia Beatriz Sánchez y Carmen Fresno -la tercera socia está de vacaciones- poner en marcha su proyecto fue coser y cantar. Eso sí, en los primeros meses tuvieron que invertir muchas más horas que lo que sería una jornada laboral al uso. Les resultó fácil porque la financiación para poner el negocio en marcha la obtuvieron solicitando el pago de una sola vez del paro al que tenían derecho y por su conocimiento del negocio en un sector en el que apenas queda fabricación en España. Además, el Ayuntamiento de Gijón les "solucionó el papeleo" y les orientó hacia la forma jurídica más conveniente para montar su empresa.

"Arriesgamos a tirar por ahí porque era lo que sabíamos hacer y para seguir cotizando a la Seguridad Social hasta la jubilación", explica Beatriz Sánchez. Carmen Fresno agrega que no cambiaría su situación actual por volver a estar asalariada en una fábrica: "Somos nuestras propias jefas y tenemos más libertad para todo".

Si de algo se quejan es "de las pocas ayudas públicas que hay para el textil en Asturias, frente a otros sitios como Galicia" y de que no hay la figura del aprendiz -categoría con la que empezaron ellas a trabajar en sus inicios- y que les impide formar personal para incorporarlo. Aún así, cuentan con una empleada para las puntas de producción. Tienen claro cuál es la clave de su éxito, "la calidad" de su producto y la flexibilidad que da ser un taller pequeño, no como una fábrica con plantilla amplia que ante momentos difíciles puede no salir adelante. A ellas, de momento, trabajo no les falta.

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