El sector del taxi en España no cambiará de marcha y mantendrá la huelga que desde hace días está paralizando el servicio en ciudades como Madrid, Barcelona y Sevilla, así como en algunas localidades turísticas de Levante y Andalucía, en protesta por la competencia de Uber y Cabify, que los profesionales juzgan desleal. Las movilizaciones se mantienen pese a que ayer el Ministerio de Fomento ofreció poner coto a las licencias que usan esas compañías -permisos para los vehículos de alquiler con conductor (VTC)- mediante un decreto que se aprobaría en el Consejo de Ministros del 14 de septiembre y que recogería medidas específicas para que se cumpla rigurosamente la ley que establece que sólo puede haber una licencia de VTC por cada 30 de taxis. Los taxistas quieren que esos cambios se hagan a una mayor velocidad. Con la quinta marcha metida. De lo contrario, seguirán frenados en seco.

En Asturias, el conflicto ha dividido al sector. Medio centenar de taxistas ligados a las asociaciones nacionales que están promoviendo esta huelga (Fedetaxi, Antaxi y Élite Taxi) llevaron a cabo ayer en Oviedo una protesta frente a la Dirección General de Transportes en del Principado, en Oviedo, con pitada de cláxones incluida. Es una movilización que la Federación Asturiana Sindical del Taxi (FAST) no comparte. Su secretario general, José Artemio Ardura, aseguró que las protestas parten del grupo más radical del sector. "Si fuera por ellos estaríamos siempre en huelga", señaló. También valoró positivamente las conclusiones de la reunión que los taxistas mantuvieron con los representantes del Ministerio de Fomento. "Se han recogido nuestras reclamaciones, ahora es una cuestión de plazos", señaló.

El caso es que en el Principado la presión de estas licencias para el alquiler de vehículos con conductor (VTC) es escasa. Sólo hay 115 por las 1.360 que hay para taxis. "Son las mismas que había hace cuatro o cinco años", sostiene Ardura. Nada que ver con lugares como Madrid o Barcelona, donde la situación se ha desbocado por completo.

"Se empieza a notar su presencia (la de los VTC) en algunos sitios como en el aeropuerto, aunque no tanto como a nivel nacional", reconoce el taxista avilesino Manuel Gutiérrez, uno de los que acudió ayer a Oviedo a protestar en solidaridad con sus compañeros de Madrid o Barcelona. Horacio Sosa, taxista de Gijón, apostilla a su lado: "Nosotros no tenemos miedo a la competencia; lo que queremos es que se cumpla la ley". Estos profesionales también critican que en este enfrentamiento se les está pintando como "los malos de la película". "La imagen que quieren dar de nosotros es que tenemos unos coches mugrientos, viejos, que somos unos conductores desaliñados, pero ellos están contratando a gente por 600 euros al mes. Imagina el servicio que puede dar ese hombre por ese sueldo. Como nadie las regula, esas compañías hacen lo que quieren", apuntó Sosa.

El enfado entre quienes se manifestaron en Oviedo era monumental. El gijonés Fernando Casanova advirtió: "Todo esto repercute en la caja de la recaudación de la Agencia Tributaria. Los taxistas nos somos ni leguleyos ni neófitos, pero sí vemos que hay una vorágine tecnológica que no se está regulando; eso quiere decir que el trabajo en 'B' de toda la vida se está digitalizando".

La huelga y las protestas continuaron ayer en Madrid, Barcelona y otras ciudades. Cientos de taxistas ocuparon ayer ocho de los diez carriles del paseo de la Castellana de Madrid, lo que ha provocado cortes de tráfico. En Barcelona, unos 1.500 taxis, según la Guardia Urbana, han colapsado la Gran Vía de les Corts Catalanes y han impedido la circulación en paseo de Gracia. En Valencia, los taxistas han parado sus vehículos en los dos carriles centrales de la también céntrica calle Colón. La parte del sector asturiano que apoya esas movilizaciones prevé protagonizar nuevas protestas, aunque por el momento no se plantea ir a la huelga.