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JAVIER MÉNDEZ | Secretario general del Instituto de Estudios Financieros

"Las presiones sobre el euro no han desaparecido, están latentes"

"Google y Amazon supondrán un gran peligro para los bancos a medio y largo plazo" "Los ajustes de personal no han terminado"

Javier Méndez de la Llera, en Oviedo. IRMA COLLÍN

Javier Méndez de la Llera, nacido hace 61 años en Puerto Rico, adonde habían emigrado sus padres, naturales de Valdés, es secretario general del Instituto Español de Analistas Financieros, organización profesional de la que forman parte 1.500 especialistas en análisis económico, ejecutivos y directivos de banca. Se formó como economista en Madrid e hizo estudios complementarios en la London School of Economics. Pasa cada año sus vacaciones en Luarca.

- El Gobierno prepara un nuevo impuesto sobre la banca para reforzar la financiación de las pensiones y el sector financiero ha iniciado una cruzada contra ello, alegando que habrá menos crédito y más caro...

-Es un tema que tiene carga política y que está mal enfocado. En primer lugar, porque el problema de las pensiones, que es de medio y largo plazo, no se resuelve de manera puntual con unos impuestos. Para empezar la recaudación sería muy volátil al depender de los ingresos de los bancos. Es la antítesis de lo que tiene que ser la financiación a largo plazo. Sí es cierto que seguimos teniendo como país un problema de limitación de ingresos fiscales en relación al PIB. Estamos por debajo de la media europea y quizá haya que sacar más impuestos, pero sin que sean tributos que puedan perjudicar a la propia actividad económica.

- ¿Acaso no está justificado que el sector financiero eleve su contribución tributaria después de las ayudas que recibió durante la crisis?

-Los problemas de la banca en España no fueron de todo el sistema financiero, como sí ocurrió en Irlanda o Portugal, sino de una serie de entidades que todos conocemos (las cajas de ahorros). Las llamadas externalidades negativas han podido existir limitadas a esa parte del sector. La banca tiene además un instrumento propio para las crisis a través del fondo de garantía de depósitos, en el que pone mucho dinero. Y luego está lo más importante: con el nuevo mecanismo único de resolución europeo, tendría que para una hecatombe para que el contribuyente se viera obligado a financiar una crisis. Hemos pasado del sistema en el que rescataba el Estado (bail-out), a otro en el que pagan accionistas e inversores en bonos (bail-in), como ha pasado en el Banco Popular.

- Un procedimiento, el aplicado al Popular, que tampoco ha sido pacífico y que los accionistas que perdieron su dinero están combatiendo?

-La otra manera era poner dinero público. Lo que adujeron las autoridades es que la situación, por razones no tanto de solvencia como de liquidez, era de cierre inmediato. Ya teníamos una normativa europea y estábamos obligados a aplicarla. Fue una decisión polémica porque a nadie le gusta perder dinero, pero se aplicó lo que había que aplicar conforme un mecanismo europea que es uno de los pilares de la Unión Bancaria.

- Se aprobó efectivamente ese mecanismo y también la supervisión común de los bancos, pero sigue varada la creación de un fondo de garantía de depósitos europeo. ¿Por qué'

-No avanza y tiene pocos visos de avanzar. Hay una postura política muy fuerte por parte de Alemania. La mutualización es algo a lo que los alemanes no están dispuestos, como ocurrió con la negativa a crear un bono europeo.

¬¿Por qué esa persistente resistencia de los alemanes?

-Siguen sin confiar en la disciplina fiscal del resto de los países. Piensan que mutualizaciones de este tipo rompen la presión para tener control sobre el déficit y la deuda, y que podríamos llegar a una situación en la que los países más débiles y proclives a tener esos problemas se sintieran más liberados para reincidir con el respaldo de un papá alemán.

- ¿Están tapados todos los agujeros de la banca y conjurado los riesgos del euro?

-No todos. El riesgo está latente y la presiones sobre el euro tampoco han desaparecido. El gran miedo ahora es qué va a pasar con Europa si suben los tipos de interés. Europa parece que crece bien, pero con tipos más altos en EE UU. Podríamos empezar a necesitar aquí también tipos más altos y el crecimiento se podría parar. El riesgo de crisis no ha desaparecido. De hecho, sigue habiendo bancos que están pasándolo muy mal.

- ¿Qué bancos están en dificultades serias a estas alturas?

-No estoy diciendo que ningún banco concreto esté en mala situación, pero las cuentas de resultados son muy difíciles de sacar. Tienes el problema de los márgenes con el actual nivel de tipos, el de la presión regulatoria y otro muy importante: el desafío de la digitalización y de la competencia bastante desleal de las "fintech" (plataformas y aplicaciones digitales de servicios financieros), pero no de las pequeñas, sino de las grandes. Google y Amazon ya han dicho que se van a meter en el mundo de la gestión de activos, que es el filón de comisiones de la banca. Google tributa en España por cantidades que no llegan al 0,5% de las ventas, mientras que un banco español y una empresa normal puede estar pagando el 10% o el 15%. La capacidad tecnológica y de deslocalización que tienen esas organizaciones y la ausencia de regulación les dan ventaja. Es una competencia muy peligrosa a medio y largo plazo.

- El sector ha suprimido cerca de cien mil empleos y cerrado gran parte de su red de oficinas. ¿Ha concluido el ajuste?

-Estoy convencido de que no ha terminado. Los negocios basados en la digitalización no requieren tanto personal, con lo cual se va seguir prescindiendo de empleados.

- La crisis turca ha sacudido la Bolsa y en particular al sector financiero y dentro de él al BBVA. ¿Hay peligro de contagio hacia Europa?

-Nuestra mayor preocupación estriba en que volvamos a estar ante el clásico caso de crisis de países emergentes, donde se conjugan fuertes depreciaciones de las monedas locales con elevados niveles de endeudamiento en dólares o euros. Lo vivimos en Asia en 1997, en Rusia al poco tiempo y más recientemente en Latinoamérica. Pero además Turquía es una economía con objetivo de entrada en la Unión Europea.

- El BCE encara el repliegue de la política monetaria expansiva de estos años. ¿Qué viene por delante?

-El BCE ha dicho que ya va a empezar a recortar las compras de bonos; hablar de subir los tipos es aún prematuro. En EE UU, por el fuerte estímulo a la economía de la Administración Trump, la Reserva Federal ha ido por delante con subidas de tipos de interés importantes. Europa vendrá condicionada por EE UU: si los tipos estadounidenses suben mucho, habrá que empezar a ajustar aquí. Habrá que ver también si el crecimiento europeo se puede mantener con una perspectiva de aumento de tipos. En todo caso, el BCE será muy cauteloso. En primer lugar, porque Europa no tiene un plan de estímulo como el de EE UU ni parece que lo vaya a tener, y, en segundo lugar, porque la crisis todavía da coletazos y hay miedo a que una subida de tipos impacte en las cotizaciones de los bonos. Por ahora están aguantando bien, pero si la subida de tipos en EE UU se hace muy fuerte estaríamos ante el riesgo de ventas masivas de deuda europea, lo que podría generar una crisis. Estamos en una situación global de impass en la que no se pueden tomar decisiones drásticas de política monetaria. Está ahí el tema de China y hacia dónde va su economía, y sobre todo el problema de la guerra comercial y hasta dónde va a llegar.

- España afronta esos episodios con la deuda pública en el 100%. ¿Supone un riesgo severo para la economía nacional?

-Tenemos primero un tema de credibilidad respeto al déficit, cuya reducción debemos cumplir. Y tenemos una situación de deuda que sólo podemos limar con crecimiento económico. La deuda es el problema de fondo de lo que le comento sobre los bonos. Ha habido una enorme financiación a nivel corporativo (deuda de empresas) y sobre todo de los gobiernos (deuda pública), de forma que existe una gran masa de bonos que está financiando una deuda muy grande. El foco de preocupación más importante en este momento es que el mercado llegue a tener miedos sobre lo que puedan pasar con las cotizaciones de esos bonos. El volumen de deuda no cambia de la noche a la mañana, necesitamos más años de crecimiento e ir limitando el gasto público, aunque no es la política en este momento.

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