El precio de la electricidad va camino de ser este año el más alto de las últimas décadas en España, según anticipan los resultados de los mercados donde se determina el coste para hogares y empresas de la parte del recibo correspondiente a la energía consumida. Una muestra de esa espiral de carestía: la cotización media de los megavatios/hora que se consumieron ayer fue de 74,58 euros, la mayor observada en un mes de septiembre durante los últimos diez años y un 50% por encima de la registrada a la misma altura de 2017.

Parte de esa subida obedece al encarecimiento de los combustibles fósiles (carbón y gas natural) y otra parte tiene origen en las maniobras especulativas en otro mercado, el de los bonos de dióxido de carbono (CO2), que es uno de los mecanismos principales de las políticas de la Unión Europea (UE) para acelerar la llamada transición energética y con ello el final de las térmicas de carbón, capitales en el sector energético asturiano.

El combustible. Los expertos hablan de una especie de "tormenta perfecta" en torno al precio de la luz, al confluir varias circunstancias que tienen que ver con la actividad y los costes de las centrales térmicas. La caída de la generación eólica propia del verano ha hecho que sea mayor la producción con carbón y gas natural, combustibles ambos que se han encarecido intensamente, en línea con el petróleo. Conforme al modelo de mercado eléctrico (marginalista) que tienen España y el resto de países de la UE, cada kilovatio producido por las eléctricas se retribuye según el precio de la tecnología más cara que entra para cubrir la demanda de cada hora, papel que a menudo desempeñan las centrales de carbón y de gas. Cuanto más altos sean los costes de estas instalaciones, mayor es el riesgo de que el recibo se encarezca. El precio del carbón lo ha hecho más del 20% en el último año.

El CO 2 . Pero el componente de los costes de las térmicas que más se ha disparado es el relacionado con la penalización económica que tienen estas instalaciones debido a sus emisiones de dióxido de carbono (CO2, gas responsable del cambio climático). Las eléctricas están obligadas a comprar derechos (bonos) para emitir CO2 en un mercado europeo que funciona como una bolsa y que fue diseñado con el propósito de desincentivar el uso de los combustibles fósiles en el sector eléctrico y en el conjunto de la industria.

La UE ha acordado endurecer ese mecanismo a partir de 2020 con medidas pensadas para elevar el precio de los bonos y que penalizan sobre todo a las térmicas de carbón, singularmente intensivas en emisiones (generan casi una tonelada de CO2 por megavatio, frente a las 0,4 toneladas de los ciclos combinados de gas). Y el mercado está precipitando los acontecimientos. La cotización de los derechos de emisión (ayer de 20,32 euros por tonelada) más que se ha triplicado desde septiembre de 2017. Según las consultoras españolas que siguen de cerca el comercio de CO2, ese comportamiento no está justificado por cambios estructurales en la oferta o en la demanda -sigue habiendo un magno excedente de derechos de emisión que debería mantener más contenidos los precios- y obedece más a los movimientos especulativos de bancos, "brokers" y otros intermediarios. La mitad de los bonos de CO2 que la UE subasta cada año son adquiridos y negociados ya por esos agentes, no por las industrias.

El recibo. La energía consumida representa en torno al 35% del recibo medio de un hogar. Por tanto, una subida como la que se está registrando en el llamado mercado mayorista de la electricidad puede encarecer el 17,5% la factura. El sobrecoste se traslada de manera inmediata a los consumidores que están acogidos a la tarifa regulada, que son minoría en Asturias. Para la mayoría, que tiene contratos de mercado libre, el aumento llegará cuando se actualicen los precios pactados con cada compañía. Otro tanto ocurrirá con las empresas. Las más expuestas a las variaciones en el precio de la electricidad -entre ellas, Arcelor, Alcoa y Azsa en Asturias- han vuelto a expresar su alarma a través de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía. Según sus estimaciones (ver gráfico adjunto), los precios de la luz en el mercado diario volverá a ser este año de media un 28% más caros que los de Alemania.