Las estaciones asturianas de la ITV comenzaron ayer, al igual que las del resto del país, a realizar una prueba adicional a los vehículos que pasan revisión, consistente en acceder a la centralita para obtener información sobre posibles fallos o incidencias en los componentes electrónicos del coche ligados a las emisiones contaminantes. No es un test para descubrir eventuales manipulaciones (aunque podría detectarlas si existiesen) sino simplemente para conocer la información que aporta el propio coche para detectar posibles anomalías en los sistemas electrónicos ligados a la contaminación ambiental.

La prueba, que ya se estaba realizando de forma experimental e informativa desde mayo, y que da cumplimiento a una normativa europea, afecta a los turismos con motorizaciones tanto de diésel como de gasolina matriculados a partir del 1 de enero de 2011 (normas de homologación antipolución Euro 5 y Euro 6), y a los vehículos pesados posteriores al 31 de diciembre de 2013 (norma de homologación Euro VI). Todos los demás están exentos.

En el caso de Asturias, con un parque automovilístico envejecido (la edad media está en 13 años), sólo tendrán que someterse a esta verificación el 8% de los vehículos y, con la experiencia acumulada desde mayo, sólo el 8% de ellos (el 0,64% del parque automovilístico regional) tendrá incidencias. Dos especialistas consultados dijeron que no supone ningún endurecimiento de la ITV y que los coches con un mantenimiento periódico normal no tendrán ningún problema.

El nuevo examen no sustituye a la prueba de detección ordinaria de emisiones en el tubo de escape, que seguirá practicándose como hasta ahora.