La cooperativa agraria Campoastur trabaja junto a la Fundación CTIC en un proyecto para hacer sus tres fábricas de piensos mucho más eficientes y anticiparse a la demanda de sus socios y clientes. Es, además, una de las primeras experiencias que el campo asturiano realiza en la llamada industria 4.0, en la que priman los algoritmos y los análisis de grandes cantidades de datos que, a primera vista, poco tienen que ver con el trabajo más tradicional de la tierra. En concreto, el proyecto consiste en instalar sensores en los silos de sus cooperativistas y clientes para poder prever de forma inmediata cuando van a necesitar que les repongan la materia prima. Todo de forma automática.
El director general de la cooperativa, Marcelino González, explica que el objetivo del proyecto es "optimizar los procesos de producción, que resultan bastante complejos, y poder ahorrar en el reparto del material, ya que será más eficiente". Más teniendo en cuenta que las tres factorías de Campoastur (en los concejos de Valdés, Tineo y Cangas del Narcea) son capaces de hacer hasta doscientos tipos diferentes de pienso. Todo depende de la mezcla, del ganado que lo vaya a consumir y hasta de las preferencias del ganadero. La cooperativa tiene 6.500 socios, de ellos 2.500 profesionales, y muchos camiones y pedidos que gestionar diariamente.
"Esa cantidad de mezclas que podemos hacer, al final, complica todo el proceso de fabricación y hace más complejos los repartos", apunta González. Por eso el proyecto hace un especial hincapié en tener un exhaustivo control de la logística de los camiones que transportan el pienso. Al final, de lo que se trata, en línea con los objetivos generales de la industria 4.0, es de hacer que las fábricas sean más inteligentes y más autónomas. Las tres factorías de piensos de Campoastur fabrican de forma anual más de 90.000 toneladas.
Los sensores, que de momento se están instalando de forma experimental en los silos de algunos clientes, son capaces de medir no sólo la cantidad de pienso que queda almacenado, sino también algunos de los parámetros de calidad del producto como, por ejemplo, los niveles de humedad.
González añade que esos datos que se obtienen desde los sensores se mezclan, a su vez, con el historial de pedidos para que sean analizados por un algoritmo (una fórmula matemática) que han diseñado los técnicos de la Fundación CTIC para poder hacer las predicciones.
El proyecto está, por el momento, en pruebas ("lo sabe poquísima gente", asegura González), aunque los resultados están siendo bastante positivos. Tanto que el propósito de Campoastur es extender el uso de esos sensores a lo largo de las próximas semanas para que llegue al máximo número de cooperativistas lo antes posible.
Éste es uno de los primeros proyectos en los que las nuevas tecnologías de fabricación 4.0 se adentran en el campo. "A la gente le sorprende mucho que estemos hablando de tecnologías como el 'blockchain', pero qué remedio nos queda", subraya González. La ola de la automatización del trabajo está llegando a todos los sectores, ninguno se queda al margen.
Además ésa no es la única prueba que Campoastur (fruto de la fusión de seis cooperativas asturianas) está haciendo en el marco de la industria 4.0, aunque González asegura que el otro proyecto que tienen en marcha aún no se puede desvelar. Por el momento, el plan para poner sensores en los silos de sus socios y clientes ya le ha valido a Campoastur para ganar el premio de la industria 4.0 en la categoría de empresa agroalimentaria que organizan Caja Rural de Asturias y el CTIC.
