El llanto de un bebé se escucha entre los petardos. La madre del niño lo saca del carrito, lo carga en brazos y lo arrulla hasta que cesan las lágrimas. Es la avilesina Ana Sánchez, mujer de David Grijalbo, trabajador de Alcoa Avilés desde 2006. Le corroe la angustia. "Tenemos una niña en edad escolar y un bebé. Soy eventual, no tengo un trabajo fijo y compramos un piso en junio. No te quiero contar nada€ Llevo tres días sin verlo (a su marido, que forma parte del comité) y eso también genera una situación familiar rara. No sabemos qué va a pasar, qué va a ser de nosotros€ Lo veo muy negro esta vez, parece que Alcoa cierra y se pira. Si la planta estuviera en condiciones alguien la compraría. Pero da pérdidas, es vieja y no se ha invertido en ella. ¿Tú la comprarías?", plantea la mujer, una entre la multitud que se concentró ayer a las puertas de la fábrica en la primera movilización de los trabajadores asturianos contra el cierre de Alcoa en Avilés.

Más de 350 personas clamaron por la continuidad de la aluminera al grito de "Alcoa no se cierra", el mensaje de las camisetas amarillas que se convirtieron en marea en 2014, cuando la multinacional amenazó con el cierre, y que vuelven a brotar por la comarca avilesina en apoyo a los 317 trabajadores. La movilización comenzó con el cambio de turno de las dos de la tarde y se prolongó hasta las cuatro, con corte de carretera incluido. Alcaldes de la comarca, políticos de todos los partidos y líderes sindicales arroparon a una plantilla que ve como la historia se repite cuatro años después. Pero esta vez, insisten, "es diferente".

Luis Fernando Blanco (37 años, once en Alcoa) y María Valella no ocultaban ayer su enfado. "Tenemos una hipoteca (casi entera por pagar), un niño de cinco años y el sueldo de Luis es el principal en casa. Es un palo muy gordo. Estamos pensando hasta en ir a buscar trabajo fuera", explica ella. El pequeño Izam era un recién nacido cuando la pareja tembló por su futuro en 2014. "Aquello fue distinto, el mismo día que anunciaron los despidos estábamos aquí con la tienda de campaña. Parece que no queremos luchar. Y queremos luchar", añade.

"Esta vez es más serio. Ya vinieron con el cierre de mano. La preocupación es mucho mayor, por mí, por mi familia y por toda la industria. Esto empieza aquí, pero si Alcoa puede hacer esta jugada, otros pueden seguir su ejemplo", advierte Juan Sarmiento, de 45 años y que cría a una niña de diez.

Mujeres del aluminio

Marta Herrero, una de las veinte mujeres del aluminio avilesino (todas en puestos técnicos y de oficina), sacó hace 15 años un pie de la Universidad y entró con el otro en Alcoa. Ahora se ve con los dos en la calle. Es responsable de ingeniería de mantenimiento: "Todo lo que hemos peleado se va al garete. En mi área trabajamos sobre todo en la mejora del proceso y de las instalaciones. ¿Ahora cómo venimos a trabajar este mes? ¿Para qué?".

Leonor Otero es la responsable de mantenimiento de la planta y también estaba ayer tras la pancarta:_" Hemos hecho todo lo posible por mantener las instalaciones en las mejores condiciones, tenemos mucha experiencia y preparación y gracias a eso la fábrica se ha mantenido en unas condiciones buenas dentro de lo posible. Vivimos esto con mucha preocupación. No afecta solamente a Alcoa sino a toda la industria. Se acaba esto, ¿y donde nos metemos?", plantea.

Acudieron a la concentración trabajadores de Arcelor, Asturiana de Zinc (Azsa), Fertiberia, los despedidos de Montrasa... Hoy es Alcoa. Pero mañana puede ser cualquiera. La industria asturiana tiembla.