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La multinacional entró en pérdidas por costes extraordinarios pero gana dinero en España

Lugo compensa el déficit de Avilés y La Coruña

Alcoa, con sede en Pittsburg (EE UU), declaró unas pérdidas de 36 millones de euros en el tercer trimestre pero a causa de unos costes extraordinarios de 151 millones atribuibles al fondo de pensiones y otros beneficios sociales de los trabajadores. Sin este impacto coyuntural, la multinacional habría ganado 103 millones de euros netos (después de impuestos), el 5% más.

La difusión de estos resultados (mejores de los esperados por los analistas) coincidió con las noticias sobre los cierres de las fábricas de Avilés y La Coruña, y ambos factores impulsaron las acciones de la compañía.

Alcoa gana dinero en España (se estima en 200 millones entre 2017 y la previsión de 2018, según el sindicato asturiano de Industria de CC OO) pese a que las plantas de Avilés y La Coruña arrojaron unas pérdidas el año pasado de 26 millones y la empresa prevé que se eleven en este ejercicio a 74 millones, generadas casi a partes iguales por las dos fábricas. El beneficio procede todo él de San Ciprián (Lugo), que es más eficiente y uno de cuyos dos centros productivos obtiene lsa alúmina de la que se nutren las plantas de aluminio de San Ciprián, Avilés y La Coruña. De modo que Alcoa gana con el producto intermedio más de lo que pierde con el producto final: amén de asumir el coste de alúmina, la obtención de aluminio mediante electrolisis soporta un fortísimo impacto del precio de la energía (que representa el 40% de los costes productivos) y la electricidad ha seguido una tendencia alcista desde marzo.

Por el contrario, la cotización del aluminio no se ha comportado igual. Se recuperó con vigor entre los mínimos de noviembre de 2015 (1.447,5 dólares la tonelada) hasta los 2.291,5 del pasado 1 de mayo (un alza del 58,3%), pero aun así seguía muy lejos de su precio previo a la crisis. Desde mayo se ha depreciado el 12,3% y el viernes cotizaba el 34,6% por debajo de su valor del 1 de junio de 2008, antes de la recesión.

Los anuncios de desaceleración mundial, de Europa y del comercio internacional, así como de China, difundidos desde septiembre por FMI, BCE, OMC y el Gobierno de Pekín, añaden incertidumbre. También el proteccionismo de Trump, que impuso aranceles del 10% al aluminio extranjero el 8 de marzo.

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