Alcoa mantiene que la decisión de cierre para sus fábricas de aluminio de Avilés y La Coruña es "a día de hoy irrevocable" y se negó a considerar cualquier otra alternativa en el encuentro al que fue convocada ayer la multinacional en el Ministerio de Industria con el secretario general de este departamento, Raúl Blanco, representantes de los gobiernos asturiano y gallego y de los sindicatos UGT y CC OO. El desenlace de la reunión, recibido con frustración y rabia por la plantilla avilesina, deja viva sólo una mínima posibilidad: que, una vez informados por los directivos españoles de la posición de la Administración del país, la Corporación Alcoa, con sede en Pittsburg (EE UU), de un giro drástico a las instrucciones que dio a esos mismos directivos: que los cierres y los 700 despidos no tienen marcha atrás y que la venta de las factorías no es factible porque Alcoa ya la intentó sin éxito.

Gobiernos y sindicatos habían planteado la retirada del expediente de cierre por la empresa y la creación de un grupo de trabajo que, durante tres o cuatro meses y manteniendo la actividad industrial, estudiase alternativas a la clausura de las fábricas. Pese a la negativa del presidente de Alcoa España, Rubén Bartolomé; el responsable de recursos humanos para Europa, Borja Alvear; y otros tres directivos de la multinacional a aplazar la clausura de las plantas, el secretario general del Ministerio de Industria, Raúl Blanco, y los responsables de Industria de Asturias y Galicia, emplazaron a los representantes de la compañía a que trasladen la propuesta del Gobierno a la dirección de la multinacional, en Pittsburg, que es desde donde se transmitió a la filial española la irrevocabilidad de los cierres.

Los representantes sindicales acusaron a la compañía de actitud "prepotente y chulesca" con los representantes de los trabajadores, y "fría y sin empatía alguna" con los responsables ministeriales, y de rechazo a considerar cualquier opción que no sea el despido colectivo de sus 700 empleados de La Coruña y Avilés. "Tienen la decisión tomada".

Las centrales sindicales se levantaron de la mesa y abandonaron la reunión, en un clima de gran tensión, al cabo de una hora y veinte minutos de intento estéril de negociación. "No hubo diálogo. Llegaron con una actitud de hechos consumados", dijo un partícipe.

Las centrales sindicales mantienen, no obstante, el llamamiento a constituir una mesa tripartita con los Gobiernos central, asturiano y gallego para analizar alternativas y buscar vías de solución, y han iniciado una estrategia para elevar el conflicto a la Comisión Europea. A través de las organizaciones sindicales europeas, UGT y CC OO plantearán en Bruselas que el cierre de las dos fábricas por la compañía estadounidense Alcoa está en conexión con la política proteccionista de Donald Trump.

Los sindicatos están determinados a intensificar las movilizaciones. "La prepotencia de Alcoa nos hace ser combativos", previno Jenaro Martínez, líder de FICA-UGT en Asturias. Su homólogo en la federación industrial de CC OO, Damián Manzano, anunció: "Empezaremos a movilizarnos con toda la contundencia del mundo porque Asturias no merece esto". Entre los representantes de la plantilla, también rabia e indignación: "Es la constatación de que vienen a liquidarnos, a cargarse la fábrica. Esto es la guerra y tenemos un enemigo único, Alcoa", dijo el secretario de la sección sindical de CCOO en Alcoa Avilés, José Manuel Gómez de la Uz. Daniel Cuartas, de UGT, añadió: " Si Alcoa no quiere continuar, que ayude en la búsqueda de una solución para que otros puedan hacerlo. Esto no lo podemos consentir".

Fuentes de la empresa transmitieron: "Alcoa es consciente de la repercusión humana y social del cierre; se ofrecerá un plan social con el que se pretende reducir el impacto de este proceso". Un plan de punto final si Pittsburg no cambia su última palabra.