"Acepto mis obligaciones, asumo los errores que haya podido cometer y pido perdón a la sociedad y a las personas que hayan podido sentirse afectadas y decepcionadas". Ésas fueron las última palabras del expresidente de Bankia, exvicepresidente del Gobierno y exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI), el asturiano Rodrigo Rato, antes de ingresar en la cárcel madrileña de Soto del Real para cumplir la condena de cuatro años y medio de cárcel por el caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid. Equipado con una maleta y una bolsa deportiva y vestido con un chaleco, pantalón vaquero, una amplia camisa y un polo, Rato admitía a las puertas del centro penitenciario su culpa por primera vez desde que este proceso judicial se puso en marcha, y un día después de que la Audiencia Nacional le denegara su petición de suspender la ejecución de la condena. Visiblemente desmejorado físicamente, el exministro gijonés dio las "gracias" a todos los que lo han apoyado a él y a su familia.

En Soto del Real coincidirá con viejos conocidos: el exsecretario de Estado de Hacienda y también asturiano Estanislao Rodríguez-Ponga (condenado por el mismo caso), el extesorero del PP Luis Bárcenas y el exmarido de la exministra Ana Mato, Jesús Sepúlveda, ambos cumpliendo condena por el "caso Gürtel". La elección de la cárcel no es casual. Esta prisión, inaugurada en 1995 y que cuenta con un gran número de instalaciones deportivas, está relativamente cerca del centro de Madrid, lo que facilitará a Rato los desplazamientos a partir del 26 de noviembre cuando tenga que sentarse en el banquillo de la Audiencia Nacional por el llamado "caso Bankia", otro de los frentes judiciales que tiene abiertos.

Tras cruzar el umbral que le separa de la libertad en Soto del Real, los funcionarios de prisiones le tomaron fotos, las huellas y se le asignó un número de identificación. Es el mismo protocolo al que se someten el resto de reclusos. A continuación, fue conducido al módulo de ingresos, donde Rato hizo noche. Esta mañana, con toda probabilidad, será sometido a un reconocimiento médico y será entrevistado por un trabajador social y otros profesionales de la prisión para decidir el módulo definitivo al que será asignado y en el que tendrá que hacer vida durante los próximos meses.

No transcendió qué llevaba Rato en las dos enormes maletas con las que se le vio en el parking del centro penitenciario, pero tuvo que dejar la mayor parte de sus pertenencias personales (llaves, móvil y cartera) en la puerta de la cárcel, según manda el protocolo.

Tras el ingreso de Rato en la cárcel, la vicesecretaria de comunicación del PP, Marta González, aseguró que era un "gesto muy correcto" que el asturiano hubiera pedido perdón.