El profesor y escritor Leopoldo Abadía Pocino (Zaragoza, 1933) tiene el poder de convertir lo complejo en inteligible y muchos acuden a su "magia" en busca de profecías económicas. Un día le preguntaron si la crisis sería en "V". Él miró fijamente a su interlocutor esperando que dijera algo más porque sospechaba que, por su cara, debería saber qué demonios le estaba preguntando. "Sí, en V, hundimiento y salida", aclaró el hombre. A lo que Abadía respondió: "No, es hundimiento largo, largo. Y salida lenta, lenta". "¡Ah!, en L", le replicó. "Pues en L", sentenció Abadía, que desde entonces ya tiene una manera gráfica de explicar cómo se está saliendo de la crisis y ayer la utilizó en Oviedo ante cientos de estudiantes.

Abadía clausuró ayer el ciclo de conferencias "La Asturias que funciona", organizado por el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA y la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Oviedo, con el patrocinio de Liberbank y la colaboración de Asturex. Ángeles Rivero, directora de LA NUEVA ESPAÑA, destacó la importancia de tender puentes entre la empresa y la Universidad y el decano de la facultad de Economía y Empresa, Julio Tascón, fue el encargado de presentar al conferenciante. "Los que nos dedicamos a esto sabemos todo el esfuerzo que hay que dedicar para llegar a explicar la economía con sencillez", destacó Tascón, que afirmó que admira a Abadía por obras como "La crisis ninja y otros misterios".

Con ese libro y con sus apariciones en televisión en los programas de Andreu Buenafuente o Susana Griso, Abadía -ingeniero industrial de formación y profesor fundador de la IESE Business School- se hizo popular y no ha dejado de escribir libros. Al ritmo que va llegará a tener más obras que familia y eso que es padre de 12 hijos, 50 nietos y un bisnieto. Afirmó que a su antigua nómina de amigos se han sumado ahora otros que ha conocido en las televisiones como Risto Mejide o Maxim Huerta y que guarda como oro en paño fotos que considera que pueden ser su "seguro para la vejez". Entre ellas, una abrazado a Mario Vaquerizo y Belén Esteban.

Las alusiones al "famoseo" y al mundo de la televisión no eran gratuitas porque Abadía explicó que de esas personas ha aprendido mucho. "Son gente que trabaja muchísimo y bien, que están continuamente dándole vueltas a la cabeza, que innovan continuamente y que no se enganchan a nada, si un programa no funciona se elimina y a otra cosa", apuntó Abadía, que añadió que esa receta es la que recomienda al conjunto del país para superar el "largo, largo" tramo de salida de la crisis en "L".

Para dar respuesta a la pregunta de ¿cómo va España? Abadía señaló que él utiliza tres unidades de medida, según las cuales se puede decir que "España va mejor en déficit, un poco peor en deuda y mejor en empleo, pero con sueldos todavía bajos".

El déficit y la deuda

El conferenciante apuntó que tanto en un Estado como en una familia si se gasta más de lo que se ingresa hay un problema. "De Maastrich volvimos muy contentos en 1992, pero en ese acuerdo firmamos que el déficit de España no podía superar el 3% del producto interior bruto (PIB) y en el caso de la deuda el 60%. Teniendo en cuenta que el PIB, todo lo que producimos, ronda el billón de euros, nuestro déficit no debería pasar de los 30.000 millones de euros, pero en 2011 llegó a los 91.000", destacó Abadía, que recordó las llamadas al orden de Obama y Merkel a Zapatero y que condujeron al plan de ajuste. El conferenciante apuntó que para reducir el déficit una familia puede buscar otras vías de ingreso, puede endeudarse tirando de tarjeta de crédito, puede vender el armario heredado de la abuela o puede retrasar pagos quedando a fiar en la tienda.

"Con los Estados ocurre la mismo", señaló Abadía. Apuntó que para ingresar más "todos los impuestos que se puedan subir se subirán". Con respecto a la posibilidad de endeudarse destacó que el pasivo ya es de un billón de euros, tanto como el PIB anual (el 100%), y que a pesar de los actuales tipos bajos se pagan 31.500 millones de euros al año de intereses de la deuda. "Hay que tener en cuenta la denominada vulnerabilidad de la deuda. Si con los intereses bajos pagamos 31.500 millones al año, con ellos altos podemos pasar a pagar rápidamente 60.000", alertó Abadía antes de abordar otra de las vías para reducir el déficit: la venta del armario de la abuela. "En un Estado eso se llama privatizar y no debería tener carga ideológica porque se vende para poder comer, aunque es cierto que nos queda poco por privatizar", afirmó Abadía. Y con respecto a la posibilidad de aplazar pagos ahí incluyó el retraso de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años. "Eso no es más que retrasar pagos. El que cumple 65 años irá a la ventanilla y le dirán muchas felicidades pero vuelva dentro de dos años", señaló el divulgador, que añadió que en ese contexto de déficit y deuda "hay muchísimas probabilidades de que la edad de jubilación se retrase hasta los 70 años" para aplazar aún más los pagos.

Si con todas esas medidas el déficit no baja, tanto las familias como los Estados siempre pueden intentar gastar menos. "Son los famosos recortes, que han hecho mucha pupa en España. Pero en muchas comunidades autónomas habría que ver en qué se ha gastado el dinero. Dicen que no pueden cubrir necesidades básicas y al mismo tiempo tienen un Lamborghini a la puerta. No hay pueblo en España que no haya gastado en un Calatrava, en un Moneo o en un Foster", destacó el conferenciante en relación a los gastos suntuosos de las últimas décadas y tras confesar que él es poco amigo de las comunidades autónomas.

Abadía alertó de los peligros de las posverdades e incidió en que "hay que distinguir lo normal de lo anormalmente frecuente", en relación a los casos de corrupción. Afirmó que las personas deben ser "sensatas" y eso supone, a su juicio, tener criterio, ser optimista, no distraerse, ser prudente (lo que él denominó "gastar con la cabeza") y no comprar aquello que no se entiende, en referencia a los productos bancarios complejos y faltos de transparencia. Además, lamentó la "crisis de decencia" en España.

Durante el turno de preguntas, los estudiantes quisieron saber si el escritor y profesor había tenido ofertas para pasarse a la política dado su éxito mediático. "Nunca me han hecho una propuesta de ese tipo y es mejor que no pierdan el tiempo con ello", señaló Abadía.

También le preguntaron por los efectos que puede tener la subida del salario mínimo interprofesional y Abadía señaló que esa era una materia que no tenía estudiada. "Como compensación le puedo hablar de las pensiones", respondió Abadía, que señaló que el sistema "está horrorosamente mal y no tienen ningún futuro". Explicó que en España las pensiones se financiaran por el sistema de reparto de manera que los jóvenes cotizan para los viejos y no para su futura pensión. "Y han pasado dos cosas. Uno que en España, como en la mayoría de Europa, hemos decidido no tener hijos. Y dos que los viejos no se mueren ni a tiros. Con lo cual se juntan las dos cosas, pocos jóvenes y muchos viejos y además exigentes", señaló Abadía, que con una sonrisa señaló que "llegará un momento en el que habrá un joven trabajando para 30 viejos y tendrá dos posibilidades: o suicidarse o ametrallar a los viejos".