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La gran familia de Alcoa

El peor regalo de boda

El anuncio de cierre de la factoría de Alcoa ha llegado para Adrián Prendes en plenos preparativos del enlace con su novia

Adrián Prendes, con sus padres, Aurora Carrión y Fernando Prendes. MARA VILLAMUZA

Adrián Prendes ojea una de las nóminas de Alcoa sólo para caer en la cuenta de que el mes que viene cumplirá 14 años en la fábrica. El chaval de veintipocos años que terminó un grado superior de automatismos en el Centro integrado de formación profesional de Avilés, y al que sus compañeros en noviembre de 2004 le apodaban "el yogurín" por ser el más joven de la empresa en el momento, se ha transformado en un hombre de 34 años que vive en una montaña rusa por el inminente cierre de la planta aluminera y la incertidumbre que le provoca. "Lo peor de todo es la intranquilidad. El no saber qué va a pasar con nosotros, si van a entrar otros dueños o si van a cerrar", explica sobre la situación en que se encuentra. Adrián, como muchos otros, acudió a la llamada de una gran empresa. Era la oportunidad de su vida y poco le importó que su puesto de trabajo en la cubas de electrolisis no tuviera nada que ver con lo que había estudiado. "Ese es uno de mis problemas: mi especialidad sola la hay en Avilés, en ningún sitio más", lamenta.

En 14 años, Adrián ha moldeado su vida en función de su puesto de trabajo en la fábrica; le dijo que no a Fertiberia y por el trabajo se perdió el ascenso a Segunda de su equipo, el Oviedo, cuando jugaban en Cádiz. Lo que no se ha llevado por delante el anuncio de cierre de la fábrica es su boda, en octubre del año que viene. Adrián vive con la que va a ser su esposa, Vanessa Díez, una joven de León que trabaja a turnos en el Hospital de San Agustín. Lo tiene ya todo en mente: el banquete, la lista de 170 invitados y hasta la iglesia, en un pueblo, La Vecilla del Curueño, de donde es la chica y donde Adrián veranea.

De la situación que está viviendo, a Adrián le llama la atención dos cosas. "Me preocupa el paro", afirma, y "me repatea el egoismo de los responsables de la fábrica, si pueden vender, que lo hagan", dice.Y le llena de orgullo que la gente se haya echado a la calle por ellos. "Hasta las plantillas del Sporting y del Oviedo sacaron un cartel", dice agradecido a su equipo del alma y, esta vez, también al eterno rival.

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