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Los líderes de la lucha vuelven a la calle

Los históricos sindicalistas Nicomedes Sánchez y Cristóbal López, que hicieron la "marcha de hierro", salen por Alcoa: "Lo haríamos mil veces"

A la izquierda, Sánchez, antes de una asamblea de Comisiones Obreras en los años noventa. A la derecha, Pulido, con maletín, antes de una reunión.

Cristóbal López Pulido y Nicomedes Sánchez saben bien lo que es tomar las calles en defensa de la industria y de los puestos de trabajo. Los históricos sindicalistas (de UGT el primero, de CC OO, el segundo) han participado en todas y cada una de las movilizaciones que sacaron a la calle a la ciudadanía desde los tiempos de la reconversión de los años noventa. Ayer volvieron a hacerlo por Alcoa, ya retirados de la primera línea, con el mismo entusiasmo que aquel lejano 1992, cuando junto a 300 trabajadores de la siderurgia caminaron desde Avilés y Gijón hasta Madrid en la "marcha de hierro".

López Pulido aún siente los golpes que recibió en los ochenta del pasado siglo, cuando la siderurgia asturiana paró durante nueve días en pleno proceso de privatización de Ensidesa. "Salíamos de las oficinas centrales de la fábrica, caminando hasta el Ayuntamiento. Avilés estaba totalmente paralizado, nos dieron mucha caña, nos machacaron", relata minutos antes de partir en la manifestación de Alcoa.

Pulido sintió que entraba "en volandas" aquel 26 de octubre de 1992 en Madrid, cuando la "marcha de hierro" llegó a su meta. Fue uno de los coordinadores de una iniciativa que tenía como objetivo poner en la agenda el drama que atravesaba la siderurgia asturiana, una acción que se convirtió en gesta. "Lo más emocionante fue la llegada a Madrid, parecía que no tocabas tierra sintiendo el cariño de tantísima gente que acudió a recibirnos. Estábamos flotando. Peleábamos por el corazón del acero, por el corazón empresarial de Asturias. Porque no nos olvidemos, si se marcha Arcelor, Asturias va a sufrir muchísimo. Y si se marcha Inespal (ahora Alcoa) esta comarca recibirá una bofetada tremenda, todos los sectores van a sentirlo", incide.

La manifestación del 11 de diciembre de 2014, cuando unas 20.000 personas recorrieron la ciudad reivindicando la continuidad de Alcoa, fue una de las más multitudinarias de los últimos tiempos. "La región se volcó, fue una demostración de que la preocupación es general, de que los asturianos están volcados con la industria y que una de las importantes es Alcoa. Estamos volviendo a lo de antes, a la pelea de la calle", continúa Pulido. "Sentir el cariño de la gente es muy importante. Cuando llegamos a Madrid tras dieciocho etapas, no sentías el dolor en los pies, era como si te estuvieran empujando".

Nicomedes Sánchez, de 67 años, lleva seis retirado de la actividad sindical, en la que hizo una carrera de cuarenta años, siempre ocupando cargos representativos de CC OO. Pese a su condición de jubilado, sigue al tanto de todo lo que acontece en el sector; como él mismo dice, "esto es como una droga".

Con motivo de la manifestación en defensa de Alcoa, Sánchez se "movilizó" ayer a mediodía, vino a Avilés para reencontrarse con compañeros de fatiga en el sindicato, con los que departió sobre temas de actualidad, comió en el centro para "cargar las pilas" y a las seis de tarde se acercó al punto de partida de la marcha. Allí explicó que su presencia en la manifestación responde a un sentimiento "de vergüenza": "Vendría una y mil veces, porque es una vergüenza perder una industria como la del aluminio, con los enormes beneficios que la empresa Alcoa ha obtenido y el dinero que el Estado le ha dado. Sólo por eso es un auténtico despropósito que Alcoa pretenda marcharse de Asturias dando un portazo y dejando a su espalda un desierto, porque ni para vender la fábrica a otro productor interesado parece dispuesta a dar facilidades".

El veterano sindicalista vincula el comportamiento de Alcoa con el de las multinacionales "en general": "Se suele decir, y es una gran verdad, que las multinacionales no tienen corazón; en su lugar lleva la billetera". Para evitar que sectores industriales de tanta importancia como el aluminio sean rehenes de empresas "sin sentimiento territorial", Sánchez es partidario de abrir un debate sobre la posible nacionalización de actividades en su día mal privatizadas "o cuando menos que el Estado tenga un porcentaje de participación en el capital de ciertas industrias", concluye.

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