Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell, sostuvo ayer, en el acto de recepción en Oviedo del galardón como Colegiado de Honor del Colegio de Economistas de Asturias, que "el mundo es complejo y son las soluciones a pequeñas cuestiones las que hacen avanzar en todos los temas empresariales o científicos".

Esta convicción emana de una de las lecciones que recibió de su director de tesis en la Universidad de Minnesota (EE UU), el economista y matemático ruso Leonid Hurwicz. Cuando Oliu preparaba su tesis en el contexto de los grandes debates teóricos y la polaridad de los paradigmas doctrinarios entonces en tensión, y pretendía hacerla sobre "grandes cuestiones probablemente irresolubles", su director de tesis le recomendó: "Olvídate de cuestiones abstractas y generales. Plantea un problema pequeño, acotado, analízalo y resuélvelo".

Décadas después, mantiene la creencia de que "los mecanismos de mercado producen eficiencia, pero hay supuestos donde no es así (externalidades, bienes público, etcétera). El análisis económico no debe centrarse en las grandes cuestiones filosófico-morales de los economistas clásicos, sino en el análisis racional de los pequeños problemas teniendo en cuenta supuestos que más o menos reflejen la realidad y que no puedan ser contrastados o contrastables por los hechos".

Esta visión inspiró su ejecutoria posterior como docente en las universidades de Barcelona y Oviedo ("Mi paso por la Universidad de Oviedo fue quizás el año más feliz de mi vida"), como estudioso y gestor en el Instituto Nacional de Industria (INI) -donde de nuevo volvió a encontrarse con Asturias (mayor feudo entonces de la empresa pública industrial española)- y como banquero y artífice de la gran expansión del Banco Sabadell y su conversión de pequeño banco en uno de los cuatro mayores de España y con proyección internacional. Esta trayectoria -glosada por el presidente del Consejo General de Colegios de Economistas de España, Valentín Puig, y por el del Colegio de Economistas de Asturias, Miguel de la Fuente- fue la que le hizo merecedor a la distinción recibida.

En el INI fue partidario de las privatizaciones, convencido de que las empresas públicas "podrían encontrar mayores incentivos de gestión eficiente" en el sector privado. Muchas de ellas "hoy están en el terreno privado y constituyen los pilares de nuestra potencia empresarial internacional como país".

De su padre, Joan Oliu, consejero y primer ejecutivo del Sabadell, aprendió que "la política tiene efectos económicos importantísimos e imprevisibles" y que "un banco nunca debe hacer política ni estar politizado". Y en Puig, la compañía de modas y perfumes de la que es consejero desde hace 25 años, y en la que vio el desarrollo de marcas que apelan a la emocionalidad, descubrió -no obstante su afán por "buscar soluciones racionales"- "cuán importantes son los sentimientos" en la economía y en la empresa. Aun así, mantiene la creencia de que "las decisiones son racionales; los recursos, escasos, y que nada es gratis. Todo tiene un coste". "El coste de lo que he hecho", dijo, "es lo que he dejado de hacer".