La manifestación multitudinaria celebrada ayer en Avilés en defensa de la continuidad productiva de la fábrica de Alcoa y en apoyo del sector industrial asturiano reunió a gente diversa y heterogénea que descubrió, no obstante, que tienen como denominador común una especial querencia por la “cultura de la fábrica”, ese modo de vida que garantiza sueldos por encima de la media, estabilidad laboral y oportunidades de empleo a las nuevas generaciones. La convocatoria juntó a familias como la de Izidro Monteiro Camala y Janette Mancabu, emigrantes llegados de Guinea Bissau que han logrado salir adelante en Avilés, con personas como Laura González, que lo fue todo en política desde su militancia en IU_y ahora jubilada y con 77 años acude cual veinteañera a todas las “manis” que persiguen un objetivo loable. Y la de Alcoa de ayer, sin duda era de ésas: “Estoy realmente cabreada con la actitud de Alcoa; decir indignada es poco”.

Los Monteiro-Mancabu llegaron a la plaza del Vaticano casi una hora antes de que empezara la manifestación y ocuparon un banco donde esperaron a otros miembros de la comunidad africana que unirían sus voces al clamor de la comarca:_“Alcoa no se cierra”. Les acompañaba una de sus tres hijas, Janette Elena, una chiquilla tímida que ni sabe dónde está la fábrica de Alcoa ni para que sirve lo que fabrica pero alcanza a entender que si la gente que trabaja en ella se queda sin empleo “es malo”.

El padre de la pequeña, uno de los más claros exponentes de la exitosa integración de minorías étnicas en Avilés, sí que tiene claro lo que le debe a la industria, tanto directa como indirectamenre:_“Aparte de haber trabajado en subcontratas de Arcelor, yo sé que fábricas como la de Alcoa colaboran con Cáritas, y esa organización, con el dinero que recibe, realiza programas que benefician al colectivo inmigrante. La industria es una bendición para un país, genera riqueza y permite vivir con dignidad; por eso no entiendo que alguien quiera acabar con el aluminio”.

Monteiro, fiel a su faceta de activista de los derechos de los inmigrantes, señala un factor positivo de la industria que suele pasar desapercibido: “Las fábricas son espacios de interculturalidad y favorecen la acogida en el territorio de las personas que llegan de otras partes ¿Qué es la sociedad avilesina más que una mezcla de gentes venidas de muchas partes? Eso no hubiera pasado sin la industria”.

La exeurodiputada Laura González, ayer en la manifestación con el colectivo llegado de Castrillón, rumiaba la rabia que le produce “una empresa que como Alcoa ha recibido subvenciones millonarias y un trato privilegiado que le ha permitido tener grandes beneficios y que, llegado este momento, dice que se va y deja en la estacada a cientos de familias. Esto representa lo peor del capitalismo”.

Por la “injusticia” de la que son víctimas los trabajadores, por “la defensa de la tradición industrial de Asturias” y “porque si empiezan a cerrar fábricas Asturias va a quedar como un erial”, Laura González se manifiesta una vez y las que hagan falta. Y a pocos metros, los Monteiro-Mancabu, corean la misma consigna: “¡Alcoa no se cierra!” Fue día de saldar deudas con la industria.