La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los hombres detrás de la barricada

Los líderes de los trabajadores de la aluminera son jóvenes, con alta experiencia en el sector y bregados en la lucha sindical desde las graves inundaciones de 2010

Los hombres detrás de la barricada

De la que van al prado que es el vestíbulo de la fábrica de aluminio donde van a posar para LA NUEVA ESPAÑA explican quién es ese Tim Reyes rotulado con espray de color azul en el cartel que nombra la empresa que ha decidido echar a la calle a todos sus trabajadores: la multinacional norteamericana Alcoa.

"Es el presidente mundial de los negocios de aluminio", dice Alberto Grijalbo, que lleva once años en la compañía que gobierna Reyes desde Pittsburgh, que es una ciudad americana que está a casi seis mil kilómetros de Avilés.

El nombre de Reyes se ha hecho imprescindible en la historia económica asturiana más inmediata: escribió la carta del 17 de octubre, ésa por la que la vida de los 317 empleados de la fábrica de San Balandrán quedó entre grietas e interrogantes.

Reyes sobrepasa la media de edad de sus empleados: tiene 51 años y un hijo. Los obreros que quiere echar a la calle son un poco más jóvenes que él, pero en el número de hijos andan por el estilo.

"Por fin vamos a saber cuántos años tienes", bromean los compañeros de José Antonio Jaquete, el representante de mayor edad -más o menos como la de Reyes- en el comité de empresa. Por la Asociación Profesional de Cuadros (APC).

Casi todos están listos para salir en la foto. José Luis Joyanes, de CC OO, no. Se la perdió. Joyanes lo que no se pierde es ninguna acción sindical: fue uno de los que participaron en la última reunión con los diputados en el Congreso.

El comité de Alcoa es singular entre los de las grandes multinacionales de la comarca: la representatividad está tan repartida que hace años sus miembros decidieron rotar en los cargos nominativos de representación. "Por no perder la unidad de acción", explica siempre José Manuel Gómez de la Uz, que hace algunas semanas ha vuelto a la presidencia. Es de CC OO. Daniel Cuartas, de UGT, es su vicepresidente. Las siglas importan menos cuando sobre todos pesa el manto del despido en masa.

Tim Reyes encendió la mecha de la lucha de los 17 hombres jóvenes, pero curtidos ya en mil batallas: desde que en en 2010 cayó la del pulpo sobre la fábrica y todo se anegó y hubo de negociar el primer expediente de regulación de empleo (ERE). Después, en 2014, vino el segundo. Ahora, en 2018, el tercero está encima de la mesa. Lo mandó poner Reyes a Rubén Bartolomé, que es el presidente de Alcoa en España.

La planta avilesina lleva la tira al 66 por ciento. "Pensábamos que iban a cerrar una serie, no la fábrica entera", confiesan. Reyes tenía otros planes: una Navidad tétrica con la cartilla del paro como regalo de Reyes Magos.

"En unos días cumplo 18 años en la empresa", cuenta Joaquín Acevedo. Camina por el prado donde clavaron las cruces del cementerio de Alcoa que no quieren que exista. Unos cuantos regresan a las almenas desde la batalla en las oficinas. Han sonado petardos. Los jefes de la planta no se manifiestan. La última vez fue cuando leyeron la carta de Reyes. Pero no cunde el desaliento: "De aquí no nos vamos".

Compartir el artículo

stats