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Sentimiento amarillo por la industria

Los avilesinos temen que el cierre de la aluminera precipite una "catástrofe" en forma de nueva reconversión industrial: "Alcoa nun pieslla", manifiestan vestidos de color canario

Los avilesinos se sienten parte de la "marea amarilla" porque se les revuelven las entrañas cuando analizan el porvenir de la ciudad con más de 300 trabajadores de Alcoa en la calle. Pero no solo eso: temen una "catástrofe" pareja a una nueva reconversión industrial, otra forma de llamar al cierre de industrias y a las reducciones masivas de plantillas. Por eso los avilesinos sentencian sin titubeos: "Alcoa nun pieslla". Lo hacen por los del aluminio, pero también por los del acero, por los del cristal, por los de los fertilizantes...

"Si cierra esta empresa, harán lo mismo otras después y nos perjudica a todos porque el turista viene y se larga; el que está aquí a diario y toma un café, compra unos zapatos o paga un dentista es el que trabaja", sentencia Manuel Tejada, camarero de un bar en la plaza de España.

Ana Cuervo, avilesina de 78 años, ama de casa, es de la misma opinión: "No podemos permitir que queden en la calle un montón de rapacinos", subraya. Es consciente, eso sí, de que una ciudad industrial es una trampa para la salud. "Hay mucha contaminación pero hay que mantener las fábricas", dice esta mujer que también siente en amarillo, como Josefina Rodríguez, de 74 años y retirada. "Me visto de amarillo para que no nos hundan: Avilés ya está bastante fastidiado", sentencia.

Víctor Solla también tiene el corazón amarillo. "Se están aprovechando de una situación económica en beneficio propio y se están olvidando del bien común", reconoce. A su juicio, Avilés necesita una estrategia de defensa. "Harán lo mismo en otro sitio y hay que poner límite a este tipo de actuaciones. La economía importa pero no a cualquier precio". Olaya Díaz, trabajadora en una tienda de chucherías de la Plaza de España, añade: "Vivo en Valliniello y tengo varios vecinos que viven gracias a Alcoa. Mi suegro tienen un restaurante... Si falla Alcoa esto es una cadena negativa para todos".

Manuel Carlos García sostiene más de lo mismo. "Asturias, en general, está perdiendo mucho empleo. No podemos permitir que estas empresas se larguen después de recibir ayudas del Gobierno de España cuando ven mermar su economía". Jairo Blanco, taxista, comparte opinión. "Avilés depende de estas grandes empresas", manifiesta. En su coche detecta a los avilesinos cabizbajos. "Hay cierto pánico a una nueva reconversión industrial", explica.

Ainhoa Pérez tiene también muchas razones para sentir en amarillo. Trabaja como funcionaria, pero entiende mucho de aluminio. Su marido, David Gómez, es uno de los más de trescientos trabajadores afectados por el cierre de la factoría de Avilés. "Esto es una cadena, una lucha de todos, no solo de los de Alcoa. Si la industria falla, los cafés los tomaremos en casa en vez de en el bar, y lo más duro será explicarles a nuestros hijos por qué".

Pérez, de momento, ya le ha explicado al suyo, de 6 años, por qué en Avilés el sentimiento es ahora amarillo.

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