Alcoa no solo mantiene en jaque a sus trabajadores de Avilés y La Coruña. Tiene crisis abiertas en el Caribe, Canadá y Australia. La IndustriAll Global Union -representa a 50 millones de trabajadores del sector minero, energético e industrial en 140 países- acusa a la compañía de "intensificar recientemente su ataque global a los trabajadores".

Alcoa dejó de operar en 2015 en Surinam, donde impulsó a mediados del pasado siglo una central hidroeléctrica, una refinería y una fundición. Para ello firmó con el gobierno un pacto conocido como el acuerdo de Brokopondo, por el que se comprometió a mantener las operaciones en el país hasta 2033. En 2015 cerró la refinería y todavía hoy no ha llegado a un acuerdo con los sindicatos y la sociedad civil. En Australia, 1.600 miembros del Australian Workers Union (AWU), que trabajan en tres refinerías de alúmina y dos minas de bauxita, secundaron recientemente una huelga de 52 días tras veinte meses de negociaciones con la multinacional. La compañía no garantizó que no habría despidos forzosos. Según IndustriAll, la empresa amenazó con los despidos para que los trabajadores aceptaran nuevas condiciones de trabajo, más precarias. Alcoa ha sometido al cierre patronal durante casi diez meses a 1.030 miembros del United Steelworkers en la fundición de Bécancour, en Quebec (Canadá). A los nueves meses del cierre, volvió a exigir más concesiones a los trabajadores "a pesar de que la fundición tiene los costes laborales por unidad de producción más bajos de todos los activos de Alcoa en América del Norte", según IndustriAll.