Entre los gruesos muros de hormigón de la central hidráulica de Proaza se lleva medio siglo generando energía renovable. Es el pasado y el futuro. Y en ese escenario de viejas máquinas y murales futuristas, tanto el Gobierno del Principado como la cúpula de EDP en España reclamaron ayer un tránsito hacia las energías limpias "sin pasos en el vacío", en el que las centrales de carbón sean "un puente sólido" y en el que no se impongan "dogmatismos", en clara alusión a la política de transición acelerada de la ministra Teresa Ribera que pone contra las cuerdas a la industria asturiana.

El presidente del Principado, Javier Fernández, señaló que el político "no puede ser nunca ajeno al contexto" y que eso resulta "intragable" para los "puristas". En esa línea apuntó que, en su caso, a la hora de abordar la transición energética no podría abstraerse de las consecuencias sobre la actividad económica; sobre la industria, "que tiene la posibilidad de cambiar de emplazamiento en busca de condiciones más ventajosas", y sobre el empleo "salvo que fuese un irresponsable". "Lo que estoy pidiendo no es que se abandone la transición energética, sino que se renuncie al dogmatismo, tan apropiado para cuestiones de fe como inservible para la acción institucional y política", señaló Javier Fernández en la celebración de los 50 años de la central de Proaza, propiedad de EDP.

Antes que él, el consejero delegado de la compañía energética en España, el portugués Rui Teixeira, había destacado la voluntad de EDP de mantener el arraigo en Asturias. "Seguiremos nuestra senda como agente responsable y de largo plazo tanto en Asturias como en España", destacó para despejar fantasmas de cierre en las térmicas de carbón.

Pero quien entró de lleno en el debate de la transición energética fue el presidente de EDP España, el asturiano Manuel Menéndez, que afirmó que el cumpleaños de Proaza era un buen momento para hacer una reflexión "sobre de dónde venimos y hacia dónde vamos". Apuntó que Hidroeléctrica del Cantábrico, ahora integrada en EDP, "siempre ha ido acompañando" a la evolución tecnológica. "Empezamos aprovechando el agua, después seguimos con el carbón, luego vino el gas y la cogeneración y, por supuesto, estamos en las fuentes de energía renovable con producción eólica y solar", explicó Menéndez, que añadió que en "los debates de péndulo, como el de la descarbonización, se va a los extremos y yo creo que hay un punto intermedio". Afirmó el proceso de electrificación de la economía "es imparable" y que EDP quiere estar ahí "pero siendo conscientes de dónde venimos". Por eso, Menéndez señaló que "teniendo un compromiso firme con las energías limpias, al mismo tiempo hemos sido conscientes de que había que tender un puente sólido para esa transición" y ese marco situó las inversiones "decididas en centrales, a veces tan denostadas de manera injustificada, como las de carbón".

El presidente de EDP señaló que las térmicas de Aboño y Soto serán las únicas que quedarán en Asturias y sacó pecho. "Nos sentimos orgullos de ello porque hemos creído que para hacer esa transición hay que hacerlo sabiendo que no se pueden dar pasos en el vacío y que hay que tener centrales disponibles aunque el carbón tiene un periodo acotado de permanencia".