La central hidroeléctrica de Proaza celebró hace sólo unos días, con visita institucional y paseo conmemorativo, su medio siglo de vida. Y además de reivindicar su papel como pieza singular del entramado regional de la generación eléctrica, siendo como es propiedad de EDP, el foco pudo ponerse también en la complejidad de la construcción, iniciada en 1964. La central de Proaza es obra del arquitecto ovetense Joaquín Vaquero Palacios y fue "el gran número de encuentros de planos y aristas que se daban entre las piezas de hormigón, que debían ser ejecutados con total precisión y que requirieron un gran número de detalles constructivos", los que definieron las particularidades del trabajo, como explicaron desde la compañía.

El dominio que Vaquero Palacios tenía de diferentes disciplinas artísticas fue lo que permitió emplear en Proaza la escultura, la pintura y la decoración "para expresar los conceptos que le interesaban, utilizando para ello materiales propios de la construcción, como restos de vías férreas y tubos". Ejemplos de ello están en la escalera que da acceso a los alternadores, realizada en acero, o los pasamanos que se elaboraron a partir del cobre que se emplea para las líneas de alta tensión. El arquitecto diseñó, incluso, las carcasas para los alternadores y el mobiliario del cuadro de mandos.

Como se explicó en el acto de celebración del medio siglo -un acto en el que participó el presidente del Principado de Asturias, Javier Fernández; el presidente de EDP España, Manuel Menéndez; el consejero delegado de EDP España, Rui Teixeira; y también el nieto del creador de la instalación, Joaquín Vaquero Ibáñez, también arquitecto- en el trabajo llevado a cabo por Vaquero Palacios en Proaza hay mucha esencia de los recuerdos infantiles que éste tenía de las montañas de Asturias. Los conocedores de su obra sostienen que fueron esas montañas las que "le sugirieron interesantes soluciones constructivas". Él mismo lo dejó escrito: "Llegábamos a Proaza y yo me quedaba extasiado de la belleza de aquellas montañas de caliza blanca, con laderas plegadas y aristas en la roca [€]. Siempre guardé, imborrable, este recuerdo y al concebir el edificio central para Proaza, sin necesidad de proponérmelo llegué a una solución de fachadas en cierto modo remedo de esas paredes rocosas".

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Proaza, 50 años de arte y energía

La fachada es de los aspectos más destacados de la central de Proaza, "con una estructura constituida por grandes soportes y vigas de apoyo para el puente grúa, recubierta mediante una plegadura de piezas laminares, ligeras y de hormigón visto, que constituyen el sistema de cerramiento empleado en los laterales y en la cubierta de la edificación. Esta solución, que crea juegos claroscuristas, genera una poderosa sensación de movimiento", explican desde EDP.

Y es en esa fachada donde se da el diálogo con el paisaje que le interesó establecer a Vaquero Palacios, que pretendía que la central se mimetizara "con las montañas de caliza blanca, y los triángulos de hormigón recuerdan las laderas plegadas y las aristas rocosas de la Garganta de Peñas Juntas". Otro elemento singular de la central de Proaza es el gran panel existente en uno de los muros, con dieciséis grandes relieves de hormigón que recogen representaciones esquemáticas del agua, el sol, el fuego, el aire, la tierra....

Ya en el interior del edificio los visitantes entran a un espacio de doble altura donde destacan seis pinturas sobre paneles de madera, sobre fondo blanco y con un uso simbólico del color rojo, que reproducen elementos relacionados con la electricidad. Y finalmente, lo que preside la sala de mandos es un amplio mural que representa un campo magnético.