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Los hogares pagan ya la electricidad tres veces más cara que las industrias

Las medidas de apoyo a las grandes fábricas, cruciales para Asturias, abren la puerta a aumentos de tarifas para el resto de usuarios

Los hogares pagan ya la electricidad tres veces más cara que las industrias

La industria intensiva en consumo eléctrico, singularmente estratégica en el caso de Asturias por su peso en la actividad productiva y en el empleo, obtendrá nuevas ventajas para abaratar la factura de la energía, con arreglo al real decreto que el Consejo de Ministros aprobó el pasado viernes. El alcance económico de las medidas está por especificar, aunque el objetivo definido por el Ministerio de Industria es atajar el desgaste de competitividad que sufren varios sectores por el precio de la luz y que los pone en riesgo de deslocalización. Con independencia de cómo sean las medidas concretas, rebajar la factura de la industria restará probablemente ingresos al sistema (correspondientes a los costes regulados) que se repartirán entre los demás consumidores, incluidos los hogares. Es un procedimiento utilizado de manera generalizada por los países para bonificar sus actividades fabriles.

Alemania es un caso prototípico. Con un modelo productivo anclado en la potencia exportadora de su sector industrial, el sistema eléctrico reparte las cargas de tal manera que el precio medio del kilovatio para las empresas es inferior al del conjunto de la UE (-3,55%) y hasta un 24% más bajo que el de España, en tanto que los hogares alemanes pagan casi un 50% más que la familia europea media.

En España, ese desplazamiento de los costes hacia los usuarios domésticos para favorecer a la industria también se da y además se ha acentuado durante la última década, según reflejan los datos de Eurostat. La oficina estadística de la UE recoge información de los precios medios de usuarios cualificados de la electricidad, industriales o no, que tienen consumos anuales superiores a los 150.000 megavatios/hora al año, categoría en la que entra buena parte de la industria asturiana. La más intensiva en el uso de la electricidad (Alcoa, Azsa o Arcelor) supera en mucho ese nivel de gasto. Eurostat también elabora un promedio de los hogares para consumos de entre 2.500 y 5.000 kilovatios al año. De comparar ambas fuentes se infieren resultados como los que se explican a continuación.

Los precios. En el primer semestre de este año, el precio medio del megavatio (1.000 kilovatios) para un consumidor industrial cualificado como el descrito (impuestos incluidos) fue en España de 80 euros, casi tres veces menos que los 238,3 euros que Eurostat atribuye al usuario doméstico. Con independencia de las diferencias en los costes que fija la Administración (peajes por transporte, distribución y otros), esa brecha de precios se explica también porque en ese segmento del mercado, el de las grandes facturas, la competencia entre las empresas comercializadoras es mucho más efectiva que en el negocio doméstico y los clientes tienen más capacidad de influir en las ofertas.

La comparación. El precio industrial es significativamente superior a varios de los disponibles de otros países europeos. La industria española paga casi un 37% más que la de Francia, donde también el recibo de las familias es un 26% más bajo. En cambio, el consumidor fabril español tiene ventaja frente al italiano. Eurostat no dispone de información de Alemania, menos transparente que otros estados en este caso.

La evolución. Los últimos diez años han sido críticos para el sistema eléctrico español. Los errores acumulados por la política energética, combinados con la caída de la demanda durante la Gran Recesión, abonaron una deuda que llegó a rondar los 30.000 millones de euros y que sigue lastrando los precios. Para contener un déficit cronificado, los sucesivos gobiernos hicieron ajustes (subidas de tarifas y recortes de retribución a productores y otros agentes) que impactaron en hogares y empresas. Aunque lo hicieron con intensidad disímil: desde 2008, el precio medio del megavatio ha subido el 74% para las familias y el 34% para las empresas con consumos más altos.

También es llamativamente distinto el peso que tiene la energía en la estructura de costes de unos y otros: puede suponer más del 30% del presupuesto de una industria, mientras que, por término medio, representa el 3% de todos los gastos de una familia.

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