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La transición energética

Arcelor amenaza con parar hornos altos en Europa por las exigencias ambientales

La siderúrgica cree que se avecinan nuevas dificultades económicas y tiene malas previsiones para 2019, sobre todo en el acero para coches

Arcelor-Mittal amenazó ayer con parar la producción de algunos de sus hornos altos en Europa debido a las asfixiantes exigencias medioambientales que, denuncia, impone Bruselas a la industria. A la siderúrgica no le salen las cuentas. Estima que este año tendrá que pagar unos 200 millones de euros por haber sobrepasado las cuotas de emisión de CO2 que tiene asignadas sin coste en suelo europeo, con lo que, según expusieron los directivos en un encuentro con los sindicatos en Luxemburgo, a la multinacional le podría salir más barato importar los desbastes que fabrican los hornos altos que producirlos en sus instalaciones de la UE.

Sin embargo, no parece estar en la agenda un ajuste de gran alcance que sería muy lesivo para la multinacional. Arcelor debe mantener la actividad del 85% de sus hornos altos europeos o, de lo contrario, podría perder buena parte de las asignaciones de derechos gratuitos de emisión a los que tiene acceso, de forma que la factura se elevaría enormemente, indicaron fuentes sindicales.

El precio de los derechos para emitir CO2 ha rondado este año los 20 euros, aunque Arcelor y buena parte de las industrias sometidas a la disciplina del comercio de emisiones tienen margen para producir sin tener que pagar nada. El caso es que este año, con récord de fabricación y de beneficios, la siderúrgica ha rebasado el límite de los derechos gratuitos en unos diez millones de toneladas. El encargado de exponer esos datos ayer fue el responsable de productos planos de la compañía en Europa, Geert Van Poelvoorde, durante una reunión del llamado comité restringido que la multinacional celebra habitualmente con los sindicatos en su sede de Luxemburgo.

Arcelor está alertando sobre la pérdida de competitividad que supone la penalización al CO2, que se acentuará desde 2021. La siderúrgica ha propuesto como paliativo establecer un "arancel ambiental" sobre los productos siderúrgicos importados de países donde la legislación es más permisiva. Van Poelvoorde informó a los sindicatos de que había hecho gestiones con los gobiernos europeos para tratar de que vieran la magnitud del problema, incluido el español. Arcelor encontró poca receptividad en el Ejecutivo de Pedro Sánchez, según la versión sindical. Van Poelvoorde precisó que Francia es el único país que se ha mostrado más abierto a negociar alguna solución.

El ambiental no es el único frente que tiene abierto Arcelor. Los directivos atisban una caída de la demanda para los primeros meses de 2019. Incluso, explicaron los sindicatos, la siderúrgica vislumbra una nueva recesión económica que comprometería la actividad de la multinacional.

Algunos problemas ya están siendo visibles. La multinacional ha tenido que parar durante varios días este mes su producción en los talleres asturianos de galvanizado, los más ligados a la industria del automóvil, debido a la caída que está registrando la demanda de coches con motores diésel. Arcelor puso ayer cifras a ese recorte de la demanda: el batacazo ha sido por ahora del 20% y probablemente vaya a más.

Pese a los negros nubarrones que observa el gigante siderúrgico, los sindicatos pusieron el acento en que este año el grupo ha tenido en Europa unos resultados récord tanto en beneficios como en producción. También resaltan que el grupo ha hecho una fuerte apuesta por Europa tras la compra de la planta italiana de Ilva, el mayor complejo industrial de Viejo Continente.

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