- ¿Emprender era el camino difícil?, ¿no le hubiera resultado más fácil quedarse en el laboratorio de la Universidad?
-Visto ahora con perspectiva no se cuál hubiera sido el camino más difícil. De hecho, una de las chicas que trabaja con nosotros fue la codirectora de tesis de David (Hernández); estaba como profesora asociada y cuando llegó la crisis no la renovaron.
- ¿Tienen peculiaridades propias los emprendedores asturianos?
-La tasa de supervivencia de las empresas nuevas asturianas es más alta que las media nacional o la europea. El hecho de nacer en condiciones adversas, con una infrafinanciación o una capacidad más reducida de conseguir recursos, quizás ayude a maximizarlos de mejor manera. Puede que seamos más resistentes.
- ¿Hubo una burbuja de emprendedores durante la crisis?
-Hubo más burbuja mediática y de difusión de esa alternativa profesional de lo que luego fue la realidad. No creo que en Asturias haya habido un aumento muy grande de nuevas empresas. Habría que promover iniciativas emprendedoras de forma lineal, independientemente del momento económico.
- Sigue habiendo fuga de cerebros en Asturias, ¿cómo revertirla?
-El porcentaje de emprendedores respecto a la población es bajísimo, por lo que el que monta un negocio tiene mucha repercusión. Nosotros tenemos dificultades para encontrar personal con conocimientos en electroquímica, y hemos tocado a personas que están fuera y que conocemos, pero nada. La gente tiene organizada su vida y no está en plan de volver.
- ¿Falta talento entonces?
-En algunos perfiles concretos sí, sobre todo químicos con algo de especialización. Las últimas personas que contratamos son de Burgos.
- ¿El tamaño de Asturias es un inconveniente para emprender?
-Somos un millón de habitantes y un territorio reducido, con lo cuál el mercado más próximo es pequeño, pero eso lo puedes convertir en una fortaleza si te conviertes en una empresa con una clara vocación internacional desde un principio.