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El "Pelayo" radical del taxi

Tito Álvarez, hijo de asturiano, es el líder más visible y controvertido del conflicto con Uber y Cabify en Barcelona

Tito Álvarez.

"Los asturianos me dicen que soy el Don Pelayo del taxi". La frase la pronunciaba ayer Alberto Álvarez, Tito, un barcelonés de nacimiento que estos días se ha erigido como una de las caras más visibles del gremio de los taxistas en su contienda con las empresas de vehículos de alquiler con conductor (VTC), principalmente con Uber y Cabify. Su "reconquista" la hace megáfono en mano, casi siempre con una sudadera negra, un chaleco amarillo, continuas apariciones televisivas y declaraciones explosivas. El apodo que, según dice, le han puesto sus colegas del Principado, no es ninguna casualidad. Le viene porque tiene sangre asturiana. Más en concreto, la de su familia paterna, que es originaria de Cangas del Narcea, lugar en el que veraneó durante toda su infancia, explica. La materna proviene de Andalucía.

"¿Que cuánto hace que no voy por Asturias? Uf, mucho tiempo, mucho", asegura. Conserva, eso sí, fotos, explica, y el recuerdo de los paisajes de la zona que se le impregnaron en la memoria durante aquellos primeros años de vida. "Tengo muchos recuerdos, toda mi infancia he veraneado allí". Lo dice mientras vuelve de Madrid a su Barcelona natal en el AVE. En la Ciudad Condal es el portavoz de la asociación Élite Taxi y dicen que su contribución en las negociaciones ha sido fundamental para que el Ayuntamiento de Barcelona haya cambiado la legislación que cierra la puerta a Uber y Cabify, obligando a estas compañías a precontratar sus servicios con quince minutos de antelación. Tras calmarse el conflicto en Cataluña, esta semana Álvarez ha trasladado su campo de batalla a Madrid, donde los taxistas llevan ya casi dos semanas de huelga y de continuos cortes de tráfico. "Me vuelvo con una sensación agridulce. En Barcelona ya se han ido (en alusión a que Uber y Cabify dejarán de operar en la ciudad tras los últimos cambios legislativos), pero en Madrid la cosa está dura", asegura.

Su padre, del que prefiere dar pocos detalles, trabajaba como visitador médico. Aunque Tito Álvarez sí tiene sangre taxista, la de su tío, también asturiano. Al Principado, añade, "tarde o temprano llegarán plataformas como Uber o Cabify". "La clave está en regular para que ellos hagan lo suyo y nosotros lo nuestro", afirma el taxista catalán.

Álvarez, o "el "Mesías del taxi", otro de los apodos que le han puesto sus colegas, saltó a la fama por unas declaraciones que minutos después reconoció que habían sido desafortunadas. La diana de sus iras había sido el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, debido a la supuesta intensidad con la que se estaba empleando la Policía frente a las protestas de los taxistas. El dardo, que lanzó a través de un mensaje de Whatsapp, fue el siguiente: "Aquí lo que la gente está comentando es cómo puede ser que un ministro de izquierdas y, según ha declarado él, que es gay, mande aquí a la Policía a reprimir al pueblo, porque lo que está pasando aquí es represión total. Mandan a unos trabajadores a reprimir a otros trabajadores, esto es increíble, la gente está alucinando con los socialistas, yo no me lo explico, de verdad". Luego dio marcha atrás.

También ha protagonizado polémicos episodios a través de la pequeña pantalla. En especial un choque con la presentadora de uno de los matinales televisivos a nivel nacional, Ana Rosa Quintana. Ésta le acusó de no tener puntos en el carné de conducir, a lo que el taxista respondió, a través de otro programa de televisión, mostrando que aún le quedaban ocho. "Como el número que llevaba Hristo Stoichkov en el Barça", dijo. Precisamente, ésa es otra de las armas que se han utilizado contra él. Se le ha acusado de ser de los Boixos Nois, el grupo ultra que hace años que fue expulsado del Camp Nou. En varias ocasiones se le ha visto vistiendo una sudadera con el escudo del equipo catalán.

Con el micrófono en la mano es imprevisible. En uno de los momentos más tensos de las movilizaciones en Barcelona llegó a lanzar advertencias como: "O nos dan lo que vamos a buscar o nos levantamos y montamos la de Dios". Y es habitual que en sus intervenciones públicas se refiera a los coches de Uber y Cabify como "cucarachas", por el habitual color negro de sus carrocerías.

Esas formas han convertido a Álvarez en uno de los protagonistas más visibles del conflicto, pese a que sólo lleva cuatro años en el taxi. Promete seguir dando guerra: "Hay que luchar", dice.

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