Abanca renunció ayer al lanzamiento de una oferta pública de adquisición (opa) sobre Liberbank, con lo que desistió por segunda vez desde el verano de 2017 en su intento de compra del banco de origen asturiano.

La entidad gallega, que llevaba “meses” -afirmó- trabajando en la oferta y en conversaciones con los “principales accionistas” de Liberbank, atribuyó su renuncia a la imposibilidad de acceder a la contabilidad del banco que dirige Manuel Menéndez una vez que el órgano regulador del mercado (la CNMV) le emplazó el lunes a formular su propuesta en el plazo máximo e improrrogable de diez días hábiles como una oferta pública de adquisición de acciones (opa) o desistir del intento y le conminó a no supeditar la formalización de la opa a la exigencia de acceso previo a las cuentas del grupo opado.

Al desistimiento también contribuyó la decisión unánime del consejo de Liberbank el mismo lunes de proseguir con sus negociaciones con el malagueño Unicaja Banco para una eventual fusión de ambas entidades y que el máximo órgano ejecutivo del banco asturiano no llegase a tomar en consideración la propuesta de Abanca, lo que en la práctica supuso una negativa implícita a acceder a su petición_para que se le autorizara antes del próximo viernes a realizar un análisis exhaustivo de la situación patrimonial de Liberbank como paso previo a materializar una opa en firme y confirmar el precio ofrecido_(0,56 euros por título), lo que suponía valorar Liberbank en 1.717 millones.

La renuncia de Abanca tuvo un efecto depreciador inmediato de la acción de Liberbank, que llegó a caer el 13,8% en la apertura del mercado, a primera hora de la mañana. Una vez producida la salida de los inversores más especulativos a corto y los que trataron de realizar ganancias por el temor a un posible desplome superior (se movieron19 millones de acciones, equivalentes al 0,62% del capital), la acción atenuó su retroceso durante el resto de la jornada y cerró la sesión en los 0,4678 euros por título, con un descenso del 9,66%. Con ello, las acciones de Liberbank cedieron parte de lo ganado el viernes -cuando remontaron el 19,9%, hasta los 0,47 euros- pero, pese a la corrección, siguen el 19,33% por encima de su última cotización antes de que trascendiera el interés de Abanca.

Unicaja también cayó en Bolsa pero de manera mucha más leve, con una pérdida del 2,35%, hasta los 0,998 euros por título.

Causas de la retirada. El rechazo el sábado de la cúpula de Liberbank y de la Fundación_Bancaria Caja de Ahorros de Asturias (mayor accionista en tanto que suma la participación propia y la representación de las que tienen las antiguas Caja Cantabria y_Caja Extremadura) a la oferta de Abanca y la resistencia de ambos centros de poder a que este grupo accediera a la contabilidad del banco asturiano como condición previa al lanzamiento de una opa formal puso el pasado fin de semana en dificultades el proyecto del grupo gallego. La situación se volvió ardua, si no imposible, cuando la autoridad supervisora del mercado (la CNMV) conminó el lunes a primera hora al grupo que preside el banquero astur-venezolano Juan_Carlos Escotet bien para que lanzase una opa en el plazo máximo de diez días hábiles -y con renuncia a supeditar su oferta al conocimiento previo de los libros de Liberbank- o para que renunciase a ello de forma expresa.

Abanca sostuvo ayer, tal y como habían avanzado fuentes cercanas al banco a este diario el domingo, que la realización de “una revisión confirmatoria (’due diligence’) con carácter previo a la toma de cualquier decisión definitiva resulta totalmente legítima y constituye práctica habitual en operaciones corporativas que afectan a sociedades cotizadas, incluyendo opas”.

Ayer, el presidente de la CNMV, Sebastián Albella, precisó que este organismo está a favor en general de que los grupos que planteen una opa puedan acceder a la documentación de las empresa opadas, pero siempre que se trate de “ofertas planteadas, seriamente y de buena fe” (la de Abanca era hasta ayer una manifestación de intenciones pero aún no una opa formal) y de que la decisión de consentir la tome la empresa opada de forma voluntaria y sin que pueda ser forzada a ello.

En todo caso, el requerimiento de la CNMV el lunes a Abanca debilitó su posición y fortaleció la resistencia de Liberbank. La escenificación de unanimidad del consejo del banco que dirige Menéndez el lunes por la tarde, la decisión de proseguir con el proyecto de fusión con_Unicaja y de desoír y no contestar a la oferta de Abanca -lo que entrañó una negativa implícita a franquearle el acceso a sus libros- sólo dejó dos opciones: retirarse o lanzar una opa sin haber hecho la “due diligence”._Y la segunda posibilidad incorporaba un riesgo adicional: que el consejo de Liberbank pudiese calificar la opa como “hostil”.

Opa hostil. Las operaciones hostiles no han formado parte hasta ahora del código de conducta de Escotet, pese a que acumula una larga experiencia de casi una quincena de compras de bancos en América, España y Portugal. De hecho,_Abanca mantiene y reitera que la negociación con Liberbank y sus accionistas, que empezó hace “meses”, fue en todo momento franca, de “buena fe” y “transparente”, y que se habló con los “principales accionistas” de Liberbank para conocer su predisposición o no a una compra por Abanca.

Las declaraciones de fuentes de Liberbank a este periódico el domingo, la conminación de la CNMV el lunes y el pronunciamiento del consejo de Liberbank también anteayer dejaron escaso margen para una operación amistosa. Y una opa hostil, con independencia de que no sea el estilo de Abanca y su accionista, entrañaba serias dificultades.

Hasta ahora ninguna opa hostil ha triunfado en el sector bancario español, donde las tomas por sorpresa siempre han estado muy mal vistas. Y ello pese a que fue en el sistema financiero donde se produjo la primera opa propiamente dicha de la historia empresarial española, cuando en 1987 el_Banco de Bilbao intentó hacerse con_Banesto. A su vez, la estructura accionarial de Liberbank (en la que el consejo controla el 53,997% del capital) imposibilita el triunfo de una opa no deseada salvo que se fracturen el consejo y los accionistas de referencia. Y en el consejo de administración, con capacidad para aconsejar a los accionistas que acepten o rechacen la opa -y de influir por ello en su decisión por la vía persuasiva-, las antiguas cajas tienen un voto más que los inversores empresariales y financieros, lo que deja una gran capacidad de decisión a los cuatro vocales independientes y ajenos a la propiedad.