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El tipo de interés natural y las "burbujas"

La política monetaria extraordinaria, idónea para afrontar situaciones excepcionales, puede desvirtuarse si se usa como argucia para intentar prolongar la fase expansiva cuando ya está agotado el ciclo. E impedir los ajustes suaves puede conllevar a la acumulación de un exceso de desequilibrios que haga aún más profunda y traumática la corrección periódica inevitable que terminará de todos modos por desencadenarse.

Existe a su vez la convicción de que el tipo de interés de equilibrio o natural (que no es evaluable de forma directa, y que es el que iguala la oferta de ahorro y la demanda de inversión, y no deprime ni recalienta la economía) está sometido a presiones a la baja por fuerzas estructurales globales, como el envejecimiento demográfico, la tecnología, el escaso avance de la productividad (al menos, en las estadísticas), la afluencia de ahorro desde la periferia al mundo avanzado, la globalización y otras corrientes desinflacionarias, como la competencia internacional del factor trabajo y las políticas de devaluación salarial, la precariedad laboral y la llamada economía colaborativa. Esto dejaría muy poco margen de decisión a los bancos centrales para bajar y subir sus tasas sin interferir ni distorsionar la economía pero también les incapacitaría para luchar contra la desinflación sólo con políticas monetarias.

Por esas y otras causas, la ofensiva monetaria puede no generar inflación en el índice de precios de consumo pero sí en los mercados de activos, que no están paradójicamente en el radar y mandato de los bancos emisores y que, sin embargo, son y pueden ser causa de grandes "burbujas" y crisis financieras e inmobiliarias.

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